El dolor de cabeza instalado por la sanción de OFAC terminó, afirman referentes cartistas en medio del fuego cruzado con la oposición tildada de entreguista por llevar a EE.UU. movimientos económicos de Cartes que eran de manejo confidencial.

La decisión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos de liberar de sanciones económicas al expresidente de la República, Horacio Cartes, sorprendió al mundo político y mediático del Paraguay con reacciones de variado calibre y puntos encontrados con respecto a los próximos pasos del actual titular del oficialista Partido Colorado, tanto en materia financiera como política, a tiro de piedra de trascendentales elecciones municipales en el 2026.

Abogados de Cartes salieron a explicar los alcances del levantamiento de sanciones decretado por la OFAC (oficina federal de control de activos extranjeros en EE.UU.) que permiten al ex mandatario recuperar sus bienes y empresas que habían sido vendidas o enajenadas a raíz de la sanción aplicada en base a denuncias de referentes abdistas, liberales y zurdos que viajaron expresamente a Estados Unidos con el aval del cuestionado entonces embajador Marc Ostfield, acusado de intromisión abierta en asuntos internos del Paraguay y de oficiar de agente encubierto de la oposición, según denuncias.

“Ahora se nos viene encima Cartes con sus millones”, posteó este martes un reconocido agente mediático antioficialista, tras hacer una serie de conjeturas acerca del devenir estratégico del expresidente y la posibilidad de que la reactivación de sus emporios termine por establecer un hub monopólico en detrimento de la libertad de mercado y la competencia abierta.

En carpas republicanas, el impacto de la medida de la OFAC caló hondo, en el sentido de que “se hizo justicia” y que amerita más que nunca analizar los detalles de la denuncia, en referencia a jerarcas políticos encargados de presentar expresamente ante el Tesoro norteamericano los movimientos económicos de Cartes, que debían ser de manejo reservado, y que supuestamente evidenciaban graves delitos y anomalías procedimentales, entre ellos el lavado de dinero y asociación ilícita.

Los descalificativos hacia periodistas tachados de corruptos se instalaron en el orden del día, especialmente hacia quienes están al servicio de los grandes holdings mediáticos e intereses de la oposición, entre ellos Benjamín Fernández Bogado, quien había calificado de “día histórico para el Paraguay”, la sanción contra Cartes, y fue más allá al afirmar, suelto de cuerpo, que “(Cartes) acaba su vida política y hunde la candidatura de (Santiago) Peña (para presidente de la República)”, por lo que “es inminente su extradición”, ante la complacencia de medios del Grupo Vierci, entre otros.

El “mameluco naranja” nunca asomó y la OFAC precipitó un giro de 180 grados del escándalo internacional, en medio de un mar de suposiciones de variado tinte y calibre sobre los pasos inmediatos de Cartes para poner a funcionar nuevamente sus empresas y recuperar la mano de obra ociosa que quedó después del parate forzoso que resultó ocasional.

La prensa paraguaya al servicio de la oposición ensaya suposiciones, que van desde la lógica hasta el delirio, sobre la medida del Departamento del Tesoro, y señala sin pruebas que el gobierno cartista de Paraguay habría ofrecido la dignidad del país a cambio de la libertad del líder colorado.

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