De Barros Barreto y Goralewski son señalados de “calienta sillas” por cero operatividad en Pindó, donde invasores violentos depredan a diario decenas de hectáreas de monte protegido, sin ningún obstáculo.

Las más de 2.000 hectáreas que hasta el 2012 bullían de verde en el horizonte patrimonial de la Estancia Pindó, hoy día están a punto de desaparecer, como resultado de la depredación salvaje de las especies protegidas destinadas a mercados vip de madereros del entorno, por un lado, mientras los palitos que quedan en algunos sectores rapiñados tratan de ocultar plantaciones de marihuana, como testigos de un ecocidio de graves proporciones que sigue campante en el tiempo, sin que ni una sola institución, entidad u ONG ambientalista amague siquiera denunciar o intervenir, como si se tratara de una anécdota insignificante.

El Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) fue creado con el propósito de liderar las políticas ambientales, entre otros fines, pero en el caso de Pindó se trata de un elefante blanco que brilla en seminarios y presencia exterior, mientras una de las últimas reservas forestales de la masa atlántica del Paraguay, de valor inimaginable, pierde sangre vital cada día con el derribo brutal de árboles centenarios que en cuestión de minutos son víctimas de voraces tractores de “campesinos sin tierra”.

El ministro del Mades, Rolando de Barros Barreto, ha pasado por alto la depredación y el saqueo inmisericorde de la vegetación protegida de Pindó, ubicándose de esta manera en cómplice de los ecocidas por omisión de auxilio y medidas que, de alguna manera, tiendan a frenar la deforestación en base a políticas ambientales delicadamente estructuradas, que en la práctica no sirven para nada.

Otra institución gubernamental que para la invadida Estancia Pindó solo representa un nombre, sin trascendencia ni representatividad, es el Infona (Instituto Forestal Nacional), que en los papeles tiene la misión de promover la gestión forestal sostenible a través de una política participativa, buscando el desarrollo económico, social y ambiental del país mediante la defensa, mejoramiento, ampliación y utilización racional de los recursos forestales.

“Ni lo uno ni lo otro”, afirman los propietarios del establecimiento al referirse al Infona y su grave responsabilidad en la paulatina desaparición de la otrora exuberante reserva boscosa, que hoy día produce abundante carbón y madera, y el espacio liberado cubierto de abono orgánico es aprovechado para el cultivo de rubros familiares básicos para el consumo interno y otra parte importante para la producción de cannabis.

Al igual que el ministro De Barros Barreto, la presidenta del Infona, Cristina Goralewski, no genera ningún tipo de cuidado para los depredadores, teniendo en cuenta su nula intervención en Pindó, reducida a informes sobre cantidad de masa boscosa deforestada y su impacto en el medio ambiente.  

La producción de madera de especies protegidas y el cultivo de marihuana generan ganancias espurias millonarias para los líderes, que con la plata sucia se encargan de nutrir la invasión de camionetas, armas de grueso calibre y otros elementos utilizados para la defensa del lugar que, según evidencias, se ha convertido en un verdadero búnker manejado al estilo guerrilla, en medio del sonoro silencio de las autoridades correspondientes.

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