Fernando Lugo, referente de número de la izquierda paraguaya, trepa nuevamente a instancias del alto poder político, esta vez de la mano del propio presidente Marito, quien no dudó en sellar la alianza y volver a traicionar a su otrora aliado Horacio Cartes.

Por segunda vez en el presente período de gobierno, el presidente Mario Abdo Benítez propina un reverendo castigo a su oponente partidario Horacio Cartes, agregando el perfil de traicionero a su desgastada figura política, que apenas en la mitad de su gestión deja una estela de desastre, corrupción, inoperancia supina y decepción generalizada.

Cuando todo hacía presagiar una puja cerrada por la presidencia del Congreso de la nación tras dar las gracias al senador Oscar Salomón por los servicios prestados durante el año de gestión, una sorpresiva unidad marital entre el abdismo representado por Marito, y el izquierdismo arropado de luguismo y afines, emerge en la elite del poder entronando nuevamente a “Cachito” como titular del Congreso Nacional.

De esta manera, el pacto diestro-zurdo prohijado a la sombra de las discusiones abiertas entretejidas de antemano, tiró un balde de agua fría sobre el sector cartista, que reaccionó de forma furibunda y partió en dos la “alianza cicatriz” formada con piolita el año pasado para tratar de encontrar alguna forma de solución a la repulsión visceral entre los dos bandos republicanos que, con el correr del tiempo, amenazaba una nueva caída del Partido Colorado en las próximas elecciones generales del 2023, y la posibilidad de que, nuevamente así como ocurrió en el 2008, el luguismo asuma de rebote el poder nacional.

Marito ya había mostrado su ralea política luego de que asestara una estocada feroz a Cartes como “premio” a los 500 mil votos colorados de HC que le permitieron ganar la presidencia de la República.

De forma increíble, ni bien asumió su cargo, el llamado “hijo de la dictadura” arremetió con furia precisamente contra quien le había convertido en presidente, como si en vez de votos el anterior jefe de Estado le haya dado puñetazos.

“Nunca fue colorado”, le espetan estos días furiosos republicanos, luego de que Abdo Benítez saliera a la palestra con un nuevo pacto entre manos, esta vez en alianza con el luguismo, el mismo partido político que reivindica la ocupación de la propiedad privada y un sin fin de abusos y atropellos que, se creía, estaban en disonancia con la línea de gestión gubernativa marista.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *