Recorre el mundo y avergüenza a Estados Unidos esta imagen donde se observa moribundo al joven que recibió torturas salvajes de policías «profesionales» por intentar correr de una barrera de control. (Foto: Aristegui Noticias).
El brutal asesinato se consumó el pasado 10 de enero, luego de que tres días antes el joven afroamericano Tyre Nichols recibiera azotes y ataques inmisericordes de parte de agentes de policías profesionales que determinaron la internación en repudiables condiciones de la víctima de 29 años que según el informe oficial intentó escapar de una simple barrera de control pero recibió una respuesta abominable de los uniformados en un escenario de terror, solo comparable a escenas de regímenes totalitarios donde los uniformados se manejan como dioses y pueden decidir sin objeción alguna sobre la vida y la muerte de cualquier ciudadano en situación de rebeldía.
A resultas de los brutales golpes de puño con agregados de patadas, apaleamientos y otros tipos de violencia utilizados en la intervención, apenas 5 de los 15 policías que estuvieron en el lugar de los hechos fueron castigados con la expulsión, mientras otros 10 uniformados posiblemente solo formarán parte del juicio como testigos calificados, cuando la lógica procedimental señala que todos ellos, sin excepción, hayan participado o no de las sesiones de tortura, deberían ser dados de baja deshonrosa y enfrentar las consecuencias del abominable crimen.
Para que no hubiera dudas de la ferocidad de los agentes, el propio Departamento de Policía de la ciudad de Memphis, Estado de Tennessee, donde cumplían sus servicios los policías acusados de bestias, dio a conocer los vídeos documentales de los hechos donde se observa en toda su magnitud la mala praxis de los asesinos con uniforme.
“Le trataron como a una vil alimaña”, lamentaron entre otras expresiones familiares de la víctima, que reciben apoyo de todas partes del mundo mientras la institución policial norteamericana es colocada en el ojo de la tormenta ante el clamor de cambios perentorios y una presión política vigorosa sobre la administración del presidente Biden.
Mientras esto ocurre, la poderosa comunidad negra de Estados Unidos observa con sigilo los acontecimientos, y afila uñas para casos eventuales de injusticia, entre ellos penas menores a la cadena perpetua para los 5 acusados más otros dos paramédicos cómplices que demoraron a propósito la atención al apaleado aparentemente con la intención de extender el suplicio a modo de escarmiento.
“En mi larga trayectoria policial jamás he visto una intervención de esta naturaleza, y mi asombro es aún mayor porque se ha producido en un país supuestamente ejemplar donde las leyes se cumplen y los derechos humanos son poco menos que reverenciados. Ojalá todos los culpables reciban el castigo que se merecen, y que los ciudadanos negros de ese país sean finalmente respetados”, opinó el comisario principal retirado Odilio Méndez tras ser abordado por La Mira.