La misma actitud de sumisión, servilismo y veneración practica el canciller con el embajador norteamericano, en una muestra de vergüenza que define el antipatriotismo del gobierno y sus aliados opositores al aplaudir la intromisión extranjera.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) pone el dedo en la llaga de Estados Unidos al criticar en un lapidario informe el perverso esquema de dominación por la fuerza utilizado por el gobierno de Joe Biden para marcar su territorio en los países del mundo.
Al mismo tiempo, critica la posible violación del principio internacional de no injerencia en los asuntos internos de los países practicado por el país del Norte, como el caso de Paraguay, donde ejerció abiertamente el papel de juez y parte -con el beneplácito del propio presidente de la República Abdo Benítez y el blindaje de holdings mediáticos aliados- al acusar de significativamente corruptos al vicepresidente Hugo Velázquez y el expresidente Horacio Cartes sin el aporte probatorio documental imprescindible en todos los Estados de Derecho de países democráticos del mundo.
De acuerdo a los datos, la ONU cuestionó la “imposición de jurisdicción extraterritorial” practicada por el gobierno de Estados Unidos con las normas internacionales de derechos humanos, e invitó a las partes interesadas a reflexionar sobre su significado en relación con el principio internacional de no injerencia en los asuntos internos.
Desde un primer momento, luego de que ambos dignatarios paraguayos fueran acusados por el gobierno norteamericano, los afectados denunciaron la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos del Paraguay pero, lejos de acusar recibo de la grave acusación, el gobierno se llamó a silencio.
El ministro de Relaciones Exteriores, Julio César Arriola, quien según la Constitución Nacional está obligado a defender los intereses nacionales en la jurisdicción que fuere, así como los derechos de todos los ciudadanos paraguayos en el exterior, omite olímpicamente su compromiso con el país y la gente para lanzarse arrodillado a los pies del embajador Marc Ostfield, quien oficia técnicamente como presidente del Paraguay.
La misma actitud de degradación pública asumen Marito y sus aliados de la oposición que “bailan” al compás de los tambores batidos por los amigos mediáticos con la capitanía del tendotá norteño.
“Lo más denigrante de todo es que estos yanquis no se animan siquiera a fruncir las cejas ante casos atroces de corrupción, terrorismo y crimen organizado ocurridos abiertamente en países socialistas, que de esta manera operan sin obstáculos e incluso amenazan a Estados Unidos si pretenden poner un pie en sus dominios”, dispara este martes un indignado tras tomar nota sobre el informe de la ONU que pone contra la pared al gobierno norteamericano por su condición de entrometido y abusador de los derechos ajenos, entre otros cargos de lesa humanidad.
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