Tomates argentinos suplen la falta de producción nacional en el mercado ante el asombro permanente de las amas de casa por los altos precios de las hortalizas que exponen la ineficiencia del MAG y que sugieren apelar al contrabando como única opción para la mesa diaria.
Las hortalizas juegan una carrera aparte con la carne en cuanto a precios en el mercado nacional en las faldas de las fiestas findeañeras y cuando la economía familiar apenas exhibe trazos de mejoras en algunos hogares mientras el resto de los “comunes” hace piruetas financieras para satisfacer necesidades básicas como la alimentación.
“Cada día nos encontramos con una mala nueva”, afirma con cara de circunstancia una madre de familia mientras observa anonadada nuevos incrementos en los precios de los productos de huerta, especialmente tomate, cebolla y papa.
En el caso del tomate, este martes amaneció en los supermercados capitalinos con un precio promedio de G. 15.000 el kilo, tres veces superior al costo que mantuvo gran parte del año.
En igual o menor medida aumentaron los precios de otros rubros principales de la comida diaria, y la ensalada se ha convertido en artículo de lujo no solo por los altos precios sino por la escasez.
La situación devela la falta de política pública para solucionar este mal arrastrado de años que en estas épocas pone en graves aprietos la cocina familiar y, por extensión, locales gastronómicos en general que deben modificar irremediablemente sus tarifas ante la queja de consumidores.
En medio del problema emergente salta la ineficiencia del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) para poner orden en la producción con políticas de asistencia y acompañamiento a los productores, quienes durante todo el gobierno abdista han venido remando contra la corriente de contrabando que hasta hoy día se impone como única opción ante la disparada de los precios y la pésima cantidad y calidad de la producción nacional.
Sobre este punto, amas de casa consultadas por La Mira coinciden en señalar que los tomates ofertados en el mercado presentan una pésima calidad.
“No hay de otra que buscar el tomate argentino que son mucho mejores y encima más baratos”, comentó Ana María Sena mientras articulaba las manos en busca de tomates de mediana calidad en medio del montón descolorido e irregular acumulado en uno de los mostradores.
“Nos piden que no compremos productos de contrabando pero nada hacen para remediar el desastre en que se encuentra la producción nacional”, remarcó Martha Machuca tras pedir a las autoridades nacionales “que se decidan de una vez a hacer bien su trabajo para garantizar no solo la calidad y precio de las hortalizas sino asegurar el pan diario nutritivo, saludable y al alcance de todos”.