Este saludo entre Pelosi y la presidenta de Taiwán pesa millones de toneladas en relacionamiento y el mismo valor en riesgos de antagonismo entre las dos potencias mundiales que, en la eventualidad, podrían encender una conflgración mundial de impredecibles consecuencias.

Como si faltaran problemas en el mundo, y no fuera suficiente la invasión sangrienta de Rusia a Ucrania, un nuevo manto de sangre emerge desafiante en el oriente luego de que la presidenta de la poderosa Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, arribara en visita oficial a la República de Taiwán, a pesar de la grave amenaza de la dictadura china que juró tomar venganza y responder con fuego arrasador, entre otras medidas terroríficas que, sin embargo, no causaron el efecto emocional ni político deseado.

Las agresiones enunciadas quedaron en el intento, a pesar de sombríos augurios de violencia y muerte anunciados por China continental, que reclama a Estados Unidos el cumplimiento de un acuerdo sobre “una sola China”, que implícitamente busca sacar de competencia a Taiwán y relegarla a ser una provincia más del gigante asiático que, como pocas veces desde la independencia de la isla en 1949, habrá experimentado un desafío tan virulento del gobierno norteamericano, que nunca ha reconocido oficialmente al gobierno isleño pero aún así mantiene lazos de amistad y apoyo inquebrantables.

Pelosi hizo alusiones directas al compromiso de su gobierno con la seguridad y defensa de Taiwán, asediado de forma permanente por su vecino continental en una provocación silenciosa pero ruidosa al mismo tiempo que busca poner en remojo la sólida identidad de la isla, calificada como la 22ª potencia económica mundial por su volumen de PIB, que el año pasado fue de 667 mil millones de euros, e invierte el 3 por ciento de su producción en investigación y desarrollo que lo convierten en un verdadero milagro económico.

Pelosi fue más allá de un simple desafío a las amenazas de China y calificó a Taiwán de modelo para la región y que la democracia le transformó en un país más fuerte que contrasta con su vecino continental, al que cuestionó por la anexión de Hong Kong que ha significado “un país, pero dos sistemas”.

La tercera autoridad más importante del gobierno de Biden también dejó sellada la participación de Taiwán en el consenso exterior y visitas oficiales de otros altos dignatarios de Estados Unidos, en una muestra contundente del apoyo político al gobierno de la isla y como reto terminante a las terroríficas amenazas de China continental, que ponen con los pelos de punta a toda la humanidad convertida así en una delgada mecha que en cualquier momento podría desencadenar una hecatombe que, después de la Segunda Guerra Mundial, se creía que iba a ser solo historia con el avance de la ciencia, el conocimiento y el desarrollo humano.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *