«No finja ministra que, en el fondo, en donde le queda un atisbo de consciencia, usted intuye, sabe y confirma que sus planes para la niñez y la adolescencia de nuestro país están cargados de perversidad propia de criminales», expresa el frontal posteo.

Una madre de familia indignada posteó un artículo que pone en tela de juicio el desembozado plan de género que, contra viento y marea, lleva adelante la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia, de la mano de la polémica ministra Teresa Martínez, secundada por ONGs globalistas y gobiernos que, según la lectora, buscan la destrucción de la familia para poner en marcha el llamado “nuevo orden mundial” o, lo que es lo mismo, la Sodoma y Gomorra en versión actualizada. Por considerarlo de interés para los lectores de La Mira, lo publicamos in extenso:

“Señora ministra, es extensa e importante la carrera política que tanto su hermana, como usted, han tenido. A ustedes, mujeres en el poder, símbolo de tiempos modernos y progreso, me urge la necesidad de hacerles esta pregunta: ¿Por qué odian tanto a la familia paraguaya?

No finja que mi pregunta carece de sentido. Es su responsabilidad máxima, debido al cargo que ha asumido, velar por los intereses y la integridad de las familias de nuestro país.

Digo familias, porque la niñez y la adolescencia sin familia solo traen orfandad, inestabilidad y dolor en las vidas de los menores. La misma familia que ustedes tanto desprecian, desentienden e intentan hacerla invisible.

No finja ministra que, en el fondo, en donde le queda un atisbo de consciencia, usted intuye, sabe y confirma que sus planes para la niñez y la adolescencia de nuestro país están cargados de perversidad propia de criminales.

Si no, cómo explica su desvergonzada huida de los encuentros con los padres, de las entrevistas televisivas en los medios (los que no son sus cómplices) y de los debates con sus colegas políticos que la interpelan.

No nos subestime ministra, ni usted ni su jauría de colegas que trabajan para los patrones del globalismo. Los paraguayos estamos bien informados, pero no nos informamos en los medios que ustedes compran. Leemos libros, pero no aquellos panfletarios que reparten en las universidades. Los paraguayos recibimos y enseñamos educación sexual, pero no promovemos ni aceptamos la sexualización precoz infantil.

Rechazamos con vehemencia la mutilación genital a niños, y repudiamos el aborto en nombre del progreso y la modernización de la cultura.

Ustedes, los progresistas paraguayos, están condenados al fracaso, porque este pueblo está en constante vigilancia. Los paraguayos queremos trabajar y vivir nuestras vidas sin depender de gente perversa e inmoral, como usted.

Es por esto que no nos venden el cuento de que son ustedes los que van a traer importadas y envasadas soluciones mesiánicas de manual que buscan vaciar por completo nuestra cultura, negar nuestras raíces y despreciar nuestra naturaleza.

¿Sabe, señora ministra, cuál es su principal problema?: Que los progresistas paraguayos carecen por completo de creatividad, imaginación y liderazgo.

Sin un ápice de vergüenza reproducen aquí todo lo que anteriormente se hizo y fracasó en el mundo. Elaboran planes de copia y pega, con las mismas trampas semánticas, el mismo lenguaje pseudo-técnico y gastado.

Señora ministra, entienda esto de una vez: a diferencia de lo que decía su camarada Menchi Barriocanal, los paraguayos no somos analfabetos funcionales, muy a pesar suyo.

Le digo a usted y a sus colegas feministas: yo soy mujer y madre, y ustedes no trabajan por el bienestar de las mujeres. No nos engañan a nosotras. Dejen de engañarse a ustedes mismas.

Por último, dejaré en claro una postura que sí representa a los paraguayos: los hijos son de los padres.

Su intento despiadado, propio de ingenieros sociales totalitarios, por entregar al Estado -a infames como lo son ustedes- la patria potestad de nuestros hijos, despertará la ira contenida de los paraguayos, de tantos años de abuso de poder, corrupción e injusticia.

Es tan pobre y risible la capacidad intelectual que ustedes las empleadas del feminismo globalista poseen al defender su nefasto plan, que inevitablemente incurren en falacias lógicas propias de principiantes. Tal es el caso de Lilian Soto, que argumenta con una falacia ad consequentiam, que el Estado debe ser quien educa a los niños para evitar que estos se vuelvan racistas, discriminadores, machistas o delincuentes.

Le recuerdo, o le menciono en caso de que lo ignore, que fue el Estado quien educó a los niños del Tercer Reich, la generación alemana más racista que se haya conocido.

Fue el Estado quien educó a los niños de la URSS, y esta fue la sociedad más machista cuyos vestigios de enseñanza perduran hasta nuestros días.

Por último, es el Estado quien está educando a los jóvenes del vecino país, Argentina, país en donde los niveles de delincuencia se han disparado como nunca antes se había visto en su historia.

La conclusión, señora ministra, es que sus fórmulas totalitarias no sirven, ni aquí, ni en la China. No sirven al pueblo, no sirven al individuo. Sirven a los gobernantes y a los matones de los gobernantes, y esto ustedes lo saben.

La educación con ideología de género está destrozando países en donde sus prácticas se llevan implementando desde hace tiempo. El caso de Canadá es un ejemplo claro, donde los niños pueden travestirse y convivir con adultos desnudos, pero si un padre se niega a hormonizar a su hijo de seis años para evitar que en la escuela le hagan tratamientos de cambio de sexo, estos pierden la patria potestad, y a eso ustedes le llaman progreso. Nosotros los paraguayos le llamamos abuso sexual y crimen organizado.

No olvide, señora ministra, que nuestra eterna vigilancia nunca bajará la guardia y que Paraguay resiste.

Paraguay siempre ha resistido”.

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