A medida que pasan los días se suma el descontento contra la gestión de gobierno, que no da señales de cambio, se mantiene en sus cuarenta y se niega a cambiar a ministros inoperantes y corruptos.

Descontentos sociales, obreros y gremiales de variados rincones del país desafían los riesgos de la pandemia para llegar hasta Asunción y hacer llegar sus reclamos a las autoridades del gobierno, que lejos de intentar siquiera poner freno a la inoperancia y falta de gestión ante la lluvia de necesidades, continúan como sin imprimir algún tipo de cambio que avizore la esperanza de días mejores para todos.

Las manifestaciones realizadas en todo este tiempo en demanda de pan y trabajo, por un lado, e insumos sanitarios contra el covid, sumados a otros tipos de insumos y medicamentos para enfermedades terminales y males estacionales, no han acusado recibo en las instancias respectivas del gobierno.

El foco principal de denuncias es el Ministerio de Hacienda, con un ministro que no cesa de recibir críticas e insultos de todos los sectores, incluso de históricos aliados como los empresarios, que no paran de denunciar el azote del contrabando y la falta de respuesta, en los hechos y no más en los discursos, a la reingeniería del Estado, específicamente en instancias vinculadas con la recuperación económica, más aún a las puertas de una anunciada retracción de 5 por ciento que golpeará con fuerza a los sectores de consumo.

El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, como toda respuesta a los indignados que cada día suman por millares -incluso de sectores inéditos como familiares de policías y militares que, apurados por la crisis y el ninguneo, salieron a las calles a protestar este martes- responde con el silencio o con mentiras, propio de gobiernos autoritarios e insensibles al clamor popular.

Todos los ministros del Poder Ejecutivo arrastran algún tipo de crítica, y algunos de ellos baten récords en inoperancia, como la intocable ministra del Trabajo, Carla Bacigalupo, quien cosechó cuestionamientos masivos luego de informar que en 24 meses de gestión logró la inclusión de 94.000 empleos formales, de los cuales 1.200 en la presente pandemia, y la prensa destaca este martes que apenas ejecutó el 1 por ciento de capacitación en este lapso, a pesar de la formidable estructura presupuestaria y de logística disponible.

El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) no le va en zaga en cuanto a inoperancia y falta de resultados, con un ministro sin preparación técnica para un cargo tan importante en el desarrollo rural que pierde más tiempo en hacer declaraciones y defenderse de acusaciones de corrupción, que dedicarse a solucionar el grave drama del empobrecido sector campesino.

Marito no acusa recibo de la inquietud generalizada de la gente, y prefiere encerrarse en su termo de cristal, rodeado de sus leales salpicados de inutilidad, a quienes les da su voto de confianza sin importar pelo ni mancha.

En medio del caos, emerge la intención oculta de sectores de poder que no ven con malos ojos un juicio político al presidente, quien arrastra un grave prontuario de traición en el acta secreta de “entrega” de Itaipú, del cual apenas pudo zafar, pero mantiene firme su legajo de falta de gestión, como secuela de su falta de preparación para el ejercicio del cargo.

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