La nominación, aún informal, del senador Silvio «Beto» Ovelar como candidato a nuevo presidente del Congreso expone el perfil lamentable del parlamento con un hombre sin formación señalado de escombro político.

Cuando faltan menos de 24 horas para la elección del nuevo presidente del Congreso paraguayo, se visualiza un movimiento febril en todos los partidos políticos y sectores extra gubernamentales interesados en entronizar sus candidatos en uno de los cargos más estratégicos del Estado en este momento importante de la vida socio-política nacional, que tiene como protagonistas principales a la pandemia y sus secuelas (entre ellas la falta de respuesta a las necesidades ciudadanas y del sector productivo), y esencialmente las denuncias multiplicadas de corrupción con fondos millonarios para el coronavirus y la reconversión económica.

De forma abierta, expresa su intención de repetir el cargo el actual titular parlamentario Blas Llano, oriundo del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), hoy convertido en un campo de batalla por los rumbos no consensuados transitados por sus principales referentes, unos abrazados con el oficialismo colorado y afines, y otros atornillados a la silla del presidente Efraín Alegre, quien experimenta un momento aciago con una nueva denuncia de corrupción, presentada por sus propios partidarios, y la imputación derivada que le anulan para ejercer con transparencia el poder partidario en un momento clave del país.

Otro candidato al cargo de titular del Congreso es el senador Oscar Salomón, descendiente del stronismo y con mucha cintura para encaramarse del poder supremo en todos los gobiernos “democráticos”, que le sirvieron para acumular fortunas con un perfil bajo sustentado en una formidable base de incondicionales. Están anotados para secundarle en una eventual pugna abierta el ex presidente Fernando Lugo (Frente Guasu) y el senador Amado Florentín (liberal antiefrainista).

También tiene serias intenciones de ocupar el estratégico cargo legislativo el senador Silvio Ovelar, oficialista colorado, quien ya ocupó el cargo para beneficiar a su padrino político Marito en su primer año de gobierno, pero ahora tiene pocas chances de avanzar debido a su perfil contaminado por su esposa, señalada de ocupar un cargo por amiguismo en Itaipú con un salario de oro de G. 105 millones mensuales más beneficios, mientras la ciudadanía no tiene qué comer.

De forma encubierta, sectores no comprometidos abiertamente con la pugna electiva de mañana comentaron a La Mira que el próximo presidente del Congreso , entre sus obligaciones rígidas, tendría seguramente en sus manos el mandato de “corregir” al gobierno de Marito, sin echar de menos un virtual juicio político sustentado en un intento fallido y otro en ciernes, a resultas de su malograda gestión.

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