Funcionarios con el vestuario adecuado realizando tareas de limpieza en plena lluvia, la semana pasada. Una imagen saludable y diferente de la Asunción tradicional, parecida a una ciudad bombardeada.

Para la gran mayoría de la población asuncena, lluvia significa raudales, desorden, daños, y tantos otros conceptos negativos que históricamente han sido relacionados con la falta de respuesta de las autoridades municipales.

Este estado de cosas se ha ido extendiendo indefinida e impunemente a lo largo de los años, al punto que lamentarse por algún contratiempo ocasionado por el malestar atmosférico no generaba mayores sorpresas, y el observatorio ciudadano podría calificarlo como más de lo mismo.

Hace medio año asumió el cargo un nuevo intendente municipal, luego de cortarse abruptamente la gestión desastrosa de Mario Ferreiro tras ser acusado de pervertir la calidad del servicio con un esquema de recaudación paralela manejada por leales, que continúa impune.

Oscar Rodríguez empezó a aparecer en público con un discurso archiconocido por los asuncenos basado en la transparencia y la acción para cambiar el rostro de Asunción, entre otras promesas que han sido escuchadas cientos de veces, y la misma cantidad de veces no se cumplieron, al punto que Asunción está aún considerada como una de las ciudades más opacas, desordenadas, sucias de la región, sumada a la enorme falta de infraestructura para ostentar la distinción de ser capital de un país.

Con el paso del tiempo, “Nenecho” pasó de las palabras a los hechos movilizando la perezosa, indolente e inactiva maquinaria municipal.

Fue así como algunas calles desastrosas, con el aspecto de haber sido bombardeadas, cambiaron de rostro y muestran hoy una imagen renovada por el recapado asfáltico y las señalizaciones, lo que para muchos asuncenos parece un sueño después de una larga pesadilla.

Mientras otras calles y avenidas importantes son objeto de mejoramiento integral, durante la intensa lluvia de la pasada semana fueron vistos sorpresivamente funcionarios de Aseo Urbano procediendo a la limpieza de la avenida Mariscal López y otras arterias de mucho tránsito.

Los empleados lucían las vestimentas de rigor, y según se pudo observar, cada cierto tiempo y con cuadras relucientes eran reemplazados en el servicio por otros personales que, sin pérdida de tiempo, procedían a la limpieza de basura, especialmente, arrastrada por los raudales.

Se trata de una imagen saludable de la gestión municipal de Asunción, que durante décadas ha sometido al contribuyente a todo tipo de maltratos, haciendo el vacío a las toneladas de denuncias y mostrando una inoperancia supina con resultados lamentables que hasta ahora hacen tropezar a los ciudadanos a cada paso.

Ahora que apareció un paladín, los contribuyentes se adelantan para solicitar los servicios municipales en la reparación de calles y paseos centrales.

“Esto es lo que tanto les costó hacer a Ferreiro y a los inútiles intendentes anteriores”, afirmó en su sitio social Margarita Dubrez, tras señalar las sumas siderales que se han derrochado en todo este tiempo y la imagen iraquí que han heredado a cambio a los asuncenos.

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