Al presidente de Petropar parece no interesarle para nada el golpazo a los «comunes» propinado por los descomunales precios de los combustibles. Este comodín de Marito aparece ciego, sordo y mudo para no darse por enterado de la baja sostenida del petróleo. (Foto: Diario La Nación).

Malestar generalizado generan en el parque vehicular del país los precios descomunales que siguen cobrando las estaciones de servicio por todos los carburantes de venta al público, a pesar de que el petróleo, la materia prima esencial de los carburantes en general con excepción del alcohol, bajó significativamente en los mercados internacionales, colocándose a tiro de piedra de las cotizaciones registradas antes de la guerra de Ucrania.

Por poner un ejemplo, la nafta “regular” utilizada por el pueblo se vende en los servicentros de Asunción y principales ciudades del interior a G. 8.300 el litro, y el diésel pódium de los vehículos movidos a gasoil supera los 10.000 guaraníes el litro, sumas significativamente superiores (en algunos casos el doble) de las cotizaciones en las ciudades fronterizas de Brasil y Argentina, donde sí existen políticas serias de manejo de energía y la presión latente de los consumidores.

“Ni siquiera esto maneja correctamente este presidente inútil”, dispara este jueves en su sitio social el indignado José Félix Galván, contribuyente de Fernando de la Mora, tras comentar que “los cárteles de los combustibles manejan a gusto y paladar el tema precios, despreciando olímpicamente los intereses de la gente y priorizando sus ganancias colosales en medio del silencio cómplice del presidente de la República, que no es capaz de frenar estos abusos, más aun ahora que el petróleo bajó y, por tanto, los combustibles también deben bajar con la misma frecuencia con que estos sinvergüenza se adelantan en alzar sus tarifas cuando sube 1 dólar el costo del crudo internacional”, lamentó.

De acuerdo a los datos, este miércoles el petróleo se mantuvo inalterable en torno a los 90,7 dólares el barril, una cifra similar a las variables presentadas antes de la guerra de Ucrania, y luego trepó a casi 120 dólares en la mayor cotización del siglo que provocó deshidratación en las máquinas expendedoras y elevó por los cielos los precios de todos los carburantes.

Petropar, frente a todos estos abusos, se ha mantenido en todo este tiempo ciego, sordo y mudo ante la baja del petróleo, una situación opuesta a la exhibida ante los incrementos del crudo cuando, en consonancia con los intereses de los servicentros, se presta gustoso a participar del festival inclemente de subas, como demostración de desprecio por los intereses de los “comunes”.

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