En la foto captura de pantalla se observa a un solitario asesino disparando a quemarropa contra un hombre que, según noticias no confirmadas, se trataría del fiscal Pecci. El crimen conmocionó al país y al mundo, y el gobierno de Colombia ha prometido identificar y detener al sicario.

Como macabra prolongación de la criminalidad que corroe los cimientos institucionales y ubica al Paraguay en la lista gris del tráfico de drogas, el asesinato del fiscal antidrogas Marcelo Pecci en Colombia pone de rodillas al país ante la embestida feroz de la mafia organizada, que a la hora de defender a sangre y fuego sus negros negocios no conoce de límites ni fronteras.

Hace años que la marginalidad, en sus más variadas presentaciones, ha echado raíces e instalado un esquema permeable a todos los organismos de seguridad y control, por lo cual resulta llamativo el hecho de que el Estado informe ocasionalmente acerca de una intervención exitosa con detenidos reales, mientras los casos impunes acumulan polvareda en los anaqueles judiciales.

Por ello fueron objeto de comentarios las intervenciones que derivaron en la incautación de varios miles de kilos de cocaína “made in Paraguay” en varios lugares del país y del exterior, con la ayuda de organismos antinarcóticos internacionales.

El fiscal Pecci era precisamente el encargado de investigar los casos “grosos”, entre ellos la operación “A Ultranza Py”, que derivó en la detención de personas sospechosas de integrar cárteles de droga y el aparente desentramado de un monstruo de mil cabezas que ha demostrado suficiente poder para vulnerar el pobre, vulnerable y deteriorado sistema de seguridad nacional.

Pecci se encontraba aún en franco proceso de investigación cuando, animado por Cupido, decidió darse un alto en su trabajo para contraer nupcias y viajar de luna de miel a las doradas playas de Colombia, donde fue sorprendido por el crimen, en medio de rumores de que fue planificado en nuestro país donde estaba «marcado» por la mafia.

Las reacciones, a nivel local e internacional, no se hicieron esperar, entre ellos la del presidente Abdo Benítez, quien lamentó el crimen y dijo que el Paraguay está de luto, tras prometer todo el esfuerzo nacional para esclarecer el hecho y comprometer nuevamente a su gobierno en la lucha frontal contra el crimen organizado.

El gobierno de Colombia también ha expresado condolencias y dijo que agotará los esfuerzos para identificar al único responsable de los disparos mortales (según un video cuya autenticidad se investiga) que derivaron en la muerte de Pecci en pleno balneario, entre otras diligencias inmediatas.

A nivel ciudadano, la condena al asesinato fue unánime, y no faltaron los pescadores de río revuelto, como el polémico dirigente liberal Efraín Alegre, quien se adelantó en afirmar que el expresidente Horacio Cartes está vinculado al crimen, en medio del repudio ciudadano por el tenor de la grave acusación, expuesta ante medios de prensa amigos sin el soporte documental o evidencia alguna, en una repetitiva intervención mediática que siempre le resultó beneficiosa e impune.

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