Los campesinos arriban masivamente a Asunción en busca de solución a los problemas del país que, según afirman, se debe exclusivamente a la mala gestión del presidente Marito y su gabinete, por lo cual exigen su renuncia inmediata.

En medio de una tensa calma y una expectativa desbordante por el momento especialmente sensible que vive la nación, organizaciones campesinas confluyen en masa sobre la capital del país para instalarse por tiempo indefinido en la álgida zona del centro urbano aledaño a la estratégica sede del Congreso nacional.

Este martes, contingentes de campesinos provenientes de diversos puntos del país hicieron acto de presencia en el mismo sector donde, desde hace más de un mes, agrupaciones de indignados sociales y políticos se aglutinan para hacer causa común con lo que parece ser el motivo principal de la movilización ciudadana, que es la salida del poder del presidente Mario Abdo Benítez y del vicepresidente Hugo Velázquez, y con ellos toda la estructura del gabinete nacional señalada de inútil y declaradamente corrupta.

“Decidimos venir porque no vemos una solución a mediano ni largo plazo a la situación de desastre que soporta el país debido a estos inútiles y ladrones que tenemos como autoridades”, afirmó a medios de prensa el dirigente campesino de San Pedro, Pablino Valdez.

Añadió que los compañeros de lucha también llegaron a la conclusión de que no hay salida al problema del país, y que tanto el presidente Marito como el vicepresidente de la República no constituyen desde ningún punto de vista garantía de crédito a promesas de mejoramiento, teniendo en cuenta que han tenido más de un año para demostrar su capacidad de resolución de conflictos, pero lo único que han hecho es robar a manos llenas, vaciando las arcas públicas y dejando en la calle, sin asistencia, a millares de compatriotas que lloran en los hospitales por falta de camas, medicamentos e insumos en la lucha contra el covid, y ni hablar de personas con otro tipo de patologías críticas.

Hasta el momento, no se han reportado incidentes, aunque los límites penden de un delgado hilo que podría desbordarse en cualquier momento, más aún luego de que el gobierno anunciara mano dura contra las personas que violen la cuarentena, reforzada en coincidencia con la presencia de los campesinos en la capital, en un hecho que levantó suspicacias.

El gobierno está en el ojo de la crítica nacional e internacional por los últimos sucesos de represión contra manifestantes pacíficos, que precipitaron la renuncia del comandante de la Policía Nacional, Francisco Resquín, de vasto currículum pero cero capacidad de administración de litigios que expuso a la institución a un descrédito mayúsculo con el sometimiento humillante de un joven señalado de participar de la quema de Colorádo Róga, quien fue maniatado y obligado a correr delante de soldados montados a caballo en pleno centro de Asunción, ante la mirada atónica de la gente que observaba en vivo una versión “moderna” de la antigua Roma sanguinaria o de algún país u organización fundamentalista como ISIS, que aplica castigos brutales e inhumanos a los marcados como adversarios o enemigos.

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