Kattya despotrica parada en su curul, en plena sesión de Diputados en el 2020. La desubicación y, más últimamente, la procacidad agresiva de variado calibre constituyen la esencia del perfil de la polémica presidenciable opositora.

No pudo ser peor la intervención en sesión de la diputada encuentrista Kattya González al tratar de “hijo de puta” a un oponente político con posición contraria a la que la afiliada opositora pretendía a rajatablas, sin respetar el disenso.
“¡Sos un hijo de puta!”, le gritó en la pasada sesión ordinaria de la Cámara Baja la candidata a presidente de la República a su colega parlamentario colorado cartista Basilio “Bachi” Núñez, cosechando por igual repudio y aplausos, en un estadío donde pornográficas expresiones y diabólicos descalificativos constituyen parte de la rutina de los “representantes del pueblo”.
La Kattya, por nonagésima vez, salió de sus casillas luego de que acusara el rechazo de Núñez a la alargada propuesta de conformar una comisión bicameral de investigación de lavado de dinero, incluidas la trazabilidad de los cigarrillos y clubes deportivos, que apuntan exclusivamente a escupir en la olla de Cartes y buscar tajada electoral importante con vistas a las quemantes presidenciales del 2023, que se presentan complicadas para la oposición.
Para los diputados, no es novedad el lenguaje procaz, insolente y desvengonzado que utiliza la presidenciable cada vez que tiene el micrófono a disposición.
Se trata de una estrategia remanida pero totalmente rechazada por la gente decente, que creía ver en la diputada encuentrista a una mujer equilibrada, sobria y juiciosa, pero se encuentra con que es uno más de lo mismo en materia de llevar a la práctica la politiquería barata, ofensiva y violenta en el alto estrado legislativo, donde se asienta la esperanza de mejor vida para los paraguayos, esas mismas personas cuyos votos ambiciona la diputada González.
Durante su intervención, Núñez se defendió alegando que la bancada cartista en Diputados cuenta con solo 25 de los 40 integrantes del pleno, por lo tanto, mal podría imponer temas en discusión y, menos aún, hacer prevalecer su opinión o sentencia porque no son mayoría, lo cual precipitó la airada reacción de la candidata presidencial.

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