La foto del diario HOY muestra a un Efraín derrotado, tal como vaticinan sondeos y encuestas que le dan como gran favorito a Santi Peña. El apoyo mediático amigo y el de sus cómplices transnacionales no le bastarán para ganar terreno.

Con la ayuda de la estructura mediática aliada, la misma que le hace propaganda gratis con el objetivo de continuar facturando al presupuesto público a través de licitaciones dirigidas e impunidad, el candidato a presidente de la República por el movimiento oportunista Concertación, Efraín Alegre, apoya su campaña en disparar veneno contra terceros, pasando a otros planos su responsabilidad para denunciar a los verdaderos culpables de la situación de apremio en que se encuentra el país.

Como lo viene practicando desde el inicio de su campaña, Efraín enfoca su retórica en figuras electoralmente adversarias, como es el caso del expresidente de la República, Horacio Cartes, a quien considera culpable de los males del país.

Artera y premeditadamente, el polémico líder liberal intenta pasar por alto que el mismo técnicamente forma parte del esquema de gobierno abdista, a quien nunca se ha animado a denunciarle por hechos flagrantes de corrupción -entre ellos los multimillonarios fondos del covid tragados por los amigos- y de esa manera viene convalidando los enormes fatos con los fondos estatales.

Efraín y su rosca se han negado siempre a poner contra la pared no solo a Marito, sino a las autoridades públicas, que de esta manera han tenido manos libres para robar y disfrutar en candente impunidad.

La falta de escrúpulo adosada con variantes multicolores de falta de ética y moral política, han llevado a Efraín a acumular críticas de variados sectores, entre ellos los productores agropecuarios, que le sacan en cara su alianza con criminales invasores de propiedades privadas a cambio de la promesa de “legalización” de las tierras ajenas ocupadas por la fuerza.

En el otro extremo, Alegre dice de boca para adentro que va a impulsar el desarrollo del sector agrícola-ganadero del Paraguay, en una muestra flagrante de incoherencia teniendo presente el pacto con invasores que tiran al basurero el Estado de Derecho y la seguridad jurídica, en este caso el respeto irrestricto de la propiedad privada.

Efraín no habla de sí, sino de otros.

En su particular óptica, otros son los autores del mal en el país.

El término “crimen organizado” se le ha pegado como chicle, pero él “olvida” de forma falaz y malintencionada que el principal bastión de la “mafia”, término que repite como loro en “sus” medios de prensa, es el departamento de Amambay y su capital Pedro Juan Caballero, donde tanto el gobernador como el intendente, respectivamente, provienen de la caterva política liberal.

Alegre nunca mencionó las 55 toneladas de cocaína caídas en puertos de ultramar que, evidentemente, violaron los sistemas de control de nuestro país y de organismos encargados de investigar el narcotráfico y el lavado de dinero que, como se sabe, son manejados por amigos de Efraín, quien de forma falsa y mañosa pretende derivar responsabilidades hacia compartimientos “enemigos”.

A las puertas de otra nueva gran derrota del líder liberal en las próximas elecciones, no deberían llamar la atención títulos grandilocuentes de la prensa cooptada en los días que faltan para los comicios, como por ejemplo culpar a Cartes de la crecida del río, de los tours oficiales inútiles de Marito por el mundo con plata del pueblo o de la mala reputación que arrastra el país como uno de los países más corruptos, del cual Efraín es parte como referente ciego, sordo y mudo para denunciar a su claque de intocables.

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