El Dr. Velázquez se enfrenta a una gran estructura de poder fáctico oculta detrás de universidades poco creíbles, por lo cual debe asumir su responsabilidad y frenar las irregularidades sin reparar en padrinazgos ni juegos de intereses.

El Consejo Nacional de Educación Superior (Cones), presidido por Narciso Velázquez e integrado por representantes de instituciones de altos estudios de los sectores público y privado, está en el ojo de la tormenta luego del escándalo registrado a inicios de este abril, cuando salieron a la luz pública irregularidades en el otorgamiento de títulos académicos en la facultad de medicina de la universidad María Serrana de Asunción y la sucursal Ciudad del Este.

Hasta el momento, el Cones no ha logrado cerrar ninguna “universidad de garaje” en el país, a pesar de que este tipo de instituciones pulula impune a la sombra del padrinazgo de políticos y autoridades enquistados en el poder que, en complicidad con inversionistas privados, instalan universidades a medida sin reparar en el grave perjuicio que están instalando con profesionales mediocres y la esperanza de vida condicionada sobre millares de personas y pacientes.

Los archivos señalan que las pocas instituciones de altos estudios intervenidas y clausuradas vuelven a funcionar en poco tiempo, con la misma denominación jurídica o cambiando de nombres o personas responsables, en una saga repetida de anomalías.                 

En el caso de María Serrana, no solo se destapó una olla posiblemente contaminada, sino puso contra la pared a una enorme estructura de poder fáctico que deberá rendir cuentas sobre sus estudiantes.

El presidente del Cones cuestionó la medida cautelar de la jueza Cámeron, quien también está en la mira por prestarse al juego de intereses de María Serrana y autorizar el reinicio de clases de forma inconsulta, a través de una medida de amparo presentada por los estudiantes de la sede central de Asunción y la sucursal Ciudad del Este.

Casos de universidades de garaje vienen siendo denunciados desde hace años en Asunción y el interior, ante la inoperancia de las autoridades responsables que permiten de esta manera el funcionamiento de estas estructuras educativas mediocres, injustamente profesionalizadas a la luz de leyes permisivas y una justicia siempre dispuesta para los poderosos.

En el caso de los médicos, millares de pacientes dependen de servicios de calidad para superar sus problemas de salud, pero se encuentran con la posibilidad latente de caer en manos de médicos de medio pelo que ponen no solo en peligro la vida de las personas sino se burlan campantes de las rígidas exigencias que rigen para el estudio y ejercicio de la medicina en el mundo entero.

Con relación a las facultades de medicina de Paraguay, las autoridades deberían controlar sin censuras ni tentaciones los títulos académicos, el cumplimiento de la malla curricular, horas de clase, calidad de los profesores, infraestructura apropiada, prácticas, asistencia y exámenes estudiantiles documentados, y todo lo que tiene que ver con la preparación de los futuros doctores.

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