Apurado por casos de secuestros, hace un par de años el gobierno extendió carteles de este tipo en varios puntos estratégicos del país, sin ninguna consecuencia. «Nunca hubo control del norte, donde el EPP actúa a placer», afirmó el Dr. Galeano Perrone.

Desde que el ilegal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) hizo su primer golpe contra la seguridad del Estado en coincidencia con el advenimiento de este nuevo siglo, la fuerza pública ha venido demostrando, cada vez con mayor evidencia y peores secuelas, su falta de control en el manejo político y operacional de la situación.

El estado de cosas, pintado inicialmente como resultado de la acción de guerrilleros ortodoxos, devotos del esquema de terror implementado por la ideología comunista extremista, ha ido cambiando de matices, a partir del amarillo, pasando sucesivamente por el color naranja, hasta llegar a un alarmante rojo que pone en vilo a la ciudadanía paraguaya, que de esta manera acumula infortunios en cadena en medio del silencio desgarrador de las instancias de respuesta.

“Nunca hubo control del norte, el EPP siempre tuvo el timón de los acontecimientos, al punto que elige víctimas, lapsos, condiciones, propios de un territorio que reivindican como propiedad privada”, afirmó el reconocido crítico e intelectual paraguayo Horacio Galeano Perrone.

Añadió que los rebeldes tienen todo a disposición del libre albedrío en el sentido perjudicial del término, porque pueden matar, destruir, secuestrar, sin la presión de la justicia ni de nadie, tomando como arma el repudio de la gente con el objetivo de instalar la retórica de fracaso del gobierno en su misión de dignificar la vida y garantizar la seguridad.

Del otro lado, la fuerza pública, en este caso representada por la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), ante el menor atisbo de denuncia de abuso contra la integridad de las personas debe hacer frente a denuncias, demandas y una serie de acusaciones que incluyen variables políticas-ideológicas, como aquellas que ponen en duda o en discusión, o abiertamente critican, la instalación de una agrupación especial que provoca dolor financiero en el pueblo que paga sus impuestos, a cambio de pocos o nulos resultados.

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