El entonces ministro encargado de luchar contra el narcotráfico aparece con el capomafioso Marcus Vinicius, de quien resultó ser «amigo». Giuzzio sigue libre, sin ser molestado por la fiscalía y se da el lujo de ocupar primeras como experto en seguridad.

Haciendo uso y abuso del micrófono abierto de los medios pro-oficialistas para todos quienes tengan el interés o la afición de despotricar contra el cartismo, el izquierdista exministro del Interior Arnaldo Giuzzio salió a disparar munición gruesa contra el candidato a presidente de la República, Santiago Peña, tildándole sin empacho de ignorante en materia de seguridad nacional.

Valiéndose del espacio gratuito, utilizado a mansalva por el candidato del globalismo Efraín Alegre, Giuzzio intentó colocar sobre la cabeza del presidenciable colorado su pesada carga de responsabilidad en el fracaso de la política de lucha contra el narcotráfico.

Paraguay es reconocido en el mundo del crimen organizado como eslabón de número en la producción y tráfico de drogas, y gran parte de esa responsabilidad cae sobre los hombros de Giuzzio, quien en su época de ministro, lejos de poner freno a la actividad criminal, se dedicó a hacer marketing político en esferas internacionales mientras voluminosos alijos de “blanca maría” procedentes de nuestro país eran decomisados por toneladas por agentes antinarcóticos en mercados de ultramar.

Giuzzio, procedente de la cantera zurda del masista Partido Democrático Progresista (PDP), fue nombrado en el cargo por su amigo y protector Mario Abdo Benítez, supuestamente respaldado en los resultados contra la corrupción del exfiscal de Delitos Económicos.

Mientras Giuzzio se pasaba discurseando en estrados internacionales acerca de la supuesta lucha del gobierno abdista contra el crimen organizado, toneladas de cocaína salidas de Paraguay surcaban los mares en buques que vulneraban a placer los supuestos órganos de control y represión de drogas.

Ahora, en vez de estar enfrentando proceso penal en los tribunales, el amigo del gobierno emergido del riñón pedepista de Desirée Masi funge de experto en seguridad y se da el lujo de ocupar primeras planas como supuesto exministro exitoso.

“Hace tiempo debía estar preso”, publica este martes un indignado al enterarse de los dislates retóricos de Giuzzio, quien no es molestado para nada por el Ministerio Público y mucho menos por sus amigos del gobierno, que asumen los sucesivos escándalos de decomisos de drogas en el exterior durante el mandato de Giuzzio apenas como una anécdota, un detalle menor o un delito bagatelario.

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