Marito, en este caso en la ONU, hace turismo oficial por el mundo para lanzar un falso positivo de su gobierno plagado de irregularidades, entre ellas la corrupción y la inseguridad, pero él decide concentrarse en electoralismo a través de los medios amigos.

En su desesperada carrera contra el tiempo, y hartos de recorrer pasillos y oficinas del gobierno sin ningún resultado, familiares de los secuestrados Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Oscar Denis acudieron a la solidaridad de embajadores amigos en busca de ayuda para conocer el paradero de las tres personas llevadas en cautiverio sin motivo aparente ni reivindicación alguna por parte del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), organización criminal de apenas una cuarentena de hombres que supuestamente viven en los montes del norte de la Región Oriental pero aún así mantienen arrodilladas a las fuerzas de seguridad y marcan a su gusto y conveniencia la hoja de vida en esa parte del país.

Generaron penas compartidas las lamentables quejas de esposas e hijos que clamaban por el retorno de sus seres queridos injustamente arrancados del seno familiar, sin esperanza aparente de retornar a sus hogares.

Así hicieron saber a través de la prensa las víctimas propiciatorias de este esquema de perversión criminal que se mantiene campante desde hace al menos dos décadas, sin que ningún gobierno se animara a ponerle el guante, menos aún el actual gobierno de Mario Abdo Benítez que, a pesar de los millones de dólares presupuestados para la lucha contra la delincuencia y la criminalidad, nada hace para honrar su responsabilidad como Jefe de Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la nación.

Marito no solo pasa de largo el tema de los secuestrados sino mantiene campante una fuerza especial de 100 uniformados equipados con tanquetas, fusiles de asalto de última generación dotados incluso de rayos láser para las incursiones nocturnas, helicópteros artillados y salarios de primer mundo, entre otros beneficios que de nada sirven porque no aportan un solo resultado de su presencia en el norte del país.

Pese a todo, posiblemente de las manos de su asesora bolivariana, Abdo Benítez hace turismo oficial por el mundo alardeando de una supuesta lucha contra el crimen organizado, sin exhibir resultados sino variables chapuceras arteramente confeccionadas en las trastiendas del poder.

La guerra contra el crimen y la delincuencia organizada en Paraguay es solo una propaganda oficial selectamente divulgada por los medios afines al gobierno.

Otra evidencia fehaciente apenas visibilizada es el narcotráfico a gran escala que saca a relucir la formidable producción de droga en el país, especialmente en zonas supuestamente controladas por la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), cuyo sostenimiento le cuesta al ciudadano la friolera de 15 millones de dólares anuales, unos 105.000 millones de guaraníes.

Esta situación de apremio en materia de inseguridad, por nombrar solo un bastión de inoperancia de Marito, parece no figurar en la agenda de prioridades del presidente, que concentra su enfoque en el tema electoral, a sabiendas de que, seguro de que caerá en las próximas internas de su partido y ni qué decir en las generales del 2023, tendrá mucho que confesar y pagar ante la justicia por los múltiples casos de rapiña pública, inoperancia y, encima de todo ello, traición a la Patria y a la propia ANR que le llevó al poder.

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