Pobladores de barrios bajos de Asunción y organizaciones solidarias reclaman comida para ollas populares al gobierno, que cuatro meses después de declararse la pandemia aún no ha respondido a las necesidades de la gente.

“Si esta semana no llegan los alimentos prometidos por la Secretaría de Emergencia Nacional vamos a salir a las calles con nuestras ollas y cacerolas para hacernos sentir, y demostrarle al país y al mundo cómo funciona este gobierno de corruptos, que le hace pasar hambre a los pobres mientras las autoridades se llenan los bolsillos con la plata que consiguieron fuera del país a nombre de nosotros, los comunes”, afirmó con vehemencia Amancio Lezcano, poblador del ribereño Bañado Sur, una de las zonas más populosas y eternamente postergadas de Asunción.

El barrio tiene una población aproximada de 200.000 pobladores, distribuidos de forma irregular en terrenos fiscales aledaños al río Paraguay.

Viviendas precarias, donde los servicios públicos brillan por su ausencia o improvisaciones, constituyen parte del escenario de esta zona habitualmente satanizada por sectores que piden su desaparición o sea sometida a cambios de paradigma profundos con trabajo y vida digna para todos.

La falta de oportunidades, sostienen los pobladores, obliga a muchas personas a dedicarse a la informalidad y a las actividades delictivas.

Situaciones similares se replican en el llamado Bañado Norte, que por lo mismo es considerado como “zona roja” o “territorio liberado” para la práctica de diversas modalidades delictivas, que según los datos quedan impunes en el 99 por ciento de los casos.

En ambos Bañados está técnicamente “prohibido” el ingreso de cobradores, quienes en la eventualidad son recibidos con escraches y, algunas veces, son repelidos con honditas u otros objetos “desmotivadores” que seguramente harán pensar dos veces al afectado de turno antes de emprender una nueva aventura de reclamo de pago por el lugar.

Esta gente ahora se encuentra en apuros de comida, porque las fuentes habituales de recursos están todos cerrados, según afirmaron.

Pedro Valentín Molinas dijo que muchos hombres y mujeres se dedican al cuidado de vehículos en el centro de Asunción, y otros más a la recolección de materiales reciclables que los venden a industrias procesadores o intermediarios, “pero ahora todo está parado, y conseguir un empleo sin recomendación en cualquier institución pública es para nosotros una pesadilla”, recalcó.

En sentido irónico, comentó que “lastimosamente no estamos en época de elecciones, porque si era así el barrio iba a estar repleto de víveres traídos por los políticos interesados en nuestros votos. Ahora, todas esas autoridades por quienes hemos votado han desaparecido, nadie sabe de ellos, y las veces que nos animamos a golpear sus puertas en busca de alguna ayuda no nos atienden”.

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