Paraguas que simbolizan el «orgullo gay» en la principal calle de Asunción. El «trabajo» de la agenda globalista de perversión sexual se ha instalado también en la educación, ante el relajo del gobierno y el Congreso, que miran para otro lado y ningunean los gritos de alarma de la población decente.

A toda máquina, y con el tiempo a favor, el gobierno del presidente Abdo Benítez impulsa el Plan Nacional de Transformación Educativa como parte de la agenda global 2030 firmado por Paraguay que busca supuestamente el mejoramiento del nivel de vida y conocimientos de la niñez pero que, según destacados especialistas, se trata de una colección de perversidades que llevan a la degeneración de la familia como alma mater de la sociedad.

Así como se ha alertado en su momento, la “transformación” lo que busca es deformar la estructura de la sociedad, en este caso la basada en principios cristianos como es la sociedad paraguaya, para subvertirla de modo “legítimo” a través de leyes liberticidas establecidas en dominios reservados, manejados por los llamados globalistas, donde no tiene cabida la posición de los padres, educadores o referentes sociales, devenidos en víctimas propiciatorias del satanismo en acción, en este caso la ideología de género que, para muchos, se trata solo de un colorido juego de palabras cobijado bajo un cielo adornado de arcoiris.

Ningún llamado de alerta ha sido tenido en cuenta por el gobierno de Marito que, lejos de honrar la histórica tradición cristiana de la familia paraguaya se ha empeñado en bajar los brazos ante la embestida de los degenerados, rindiéndose insensible a los pies de la logia globalista solícita y acaudalada.

Una carta abierta dirigida al presidente Abdo Benítez por el reconocido sacerdote católico Jesús Montero Tirado, entre tantos otros referentes de número de la sociedad paraguaya, emite nuevamente estos días un grito de alarma ante la inminente aprobación del nuevo plan educativo, y lanza sobre los hombros del presidente la responsabilidad de pensar dos veces antes de firmar el pacto global, que pervierte descarada y abiertamente decenas de leyes naturales y de nuestro Estado de Derecho con la complacencia de los demás órganos de gobierno y de Estado, tirando a los leones la autoridad de los padres en la formación de los hijos, entre otras aberraciones en serie.

En su momento, aún en plena pandemia, organizaciones civiles, asociaciones de padres de alumnos, autoridades municipales y eclesiásticas, entre tantos otros, se pronunciaron en contra de la transformación educativa nacional por entender que se trata de un compendio de perversión moral y sexual basada en estigmas mundialmente rechazados por las sociedades decentes, pero aun así las logias locales han logrado establecer un paradigma propio con el respaldo de mucho dinero proveniente de los basurales ideológicos del mundo.

Marito, considerado uno de los peores presidentes del pos-stronismo, está a punto de sumar otra metida de pata en su largo historial de fracasos, y bien haría que, en honor a sus propios hijos, le diera nones a la agenda globalista y, en su caso, al Plan Nacional de Transformación Educativa, en la seguridad de que estará salvando de la debacle social a todo el país y, tal vez, logre una indulgencia el día que irremediablemente tenga que viajar a rendir cuentas de sus actos en el Gran Tribunal celestial.

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