Ovelar es considerado una de las autoridades más criticadas del país por sus antecedentes de negociados, tráfico de influencia y privilegios para él y su frondosa parentela. «Nunca le vimos trabajar, pero sí sabemos que gana millones», expresan sus detractores.

Insistentes rumores que resuenan con eco en el ámbito extraoficial señalan una serie de cambios en el gabinete de gobierno, y producen tempranamente una ola de rechazos, especialmente sobre el posible aterrizaje del senador abdista Silvio Ovelar en la estratégica y bien presupuestada cartera de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).

Sería en reemplazo del actual titular, Arnoldo Wiens, quien de acuerdo a los trascendidos iría a parar a otro ministerio, así como otros secretarios de Estado que pasarán a ocupar altos cargos de gobierno, en un enroque soberanamente incomprensible en un momento donde muchos ministros están en la mira por ineficientes, inoperantes y corruptos.

Ovelar arrastra un extenso prontuario en su foja de servicio público, donde no se destaca precisamente por su calidad de gestión sino por manchas que han permeado olímpicamente los gobiernos de turno, hasta el actual, donde ejerce una representación parlamentaria que ningún bien le hace al país.

Si llegara a concretarse el anunciado cambio en el MOPC, sería más de lo mismo del gobierno de Marito, que en todo este tiempo de permanencia en la primera magistratura de la nación no ha logrado técnicamente aciertos sino fracasos en cadena por los que se ha ganado el mote de “desastre”.

Por el lado de “Beto” Ovelar, conocido en el mundillo político como “Trato Apu’a” tras haber sido filmado en una componenda para comprar poder que sus cómplices lo interpretan como travesura, está visto que cumple con los cánones de desvergüenza para ocupar un alto sitial en el gobierno de Marito, por lo que tempranamente se podría avizorar un destino de infortunio para el estratégico ministerio, que viene de padecer latrocinios históricos, con la honrosa excepción del actual encargado de la cartera.

“El zar de las transas”.

Así se le conoce también al senador Ovelar, quien mantiene en la función pública a un ejército de parientes con salarios que, sumados, alcanzarían para construir una escuela por mes.

Pero la culpa no la tiene el chancho, sino quien le da de comer, dice un conocido aforismo popular, que en este caso sería atribuible al Jefe de Estado, responsable de la elección del gabinete, que hasta el momento ha acumulado más decepciones que logros.

La ciudadanía se mantiene expectante y avisa que no dudará en salir a las calles a protestar en caso de que se cumpla el infausto nombramiento de “Trato Apu’a” en el MOPC o algún otro ministerio, como lógica consecuencia del desencanto y las frustraciones que viene arrastrando con este gobierno y, para peor, sin ninguna luz de esperanza por tiempos mejores.

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