Siempre vacilante, Marito extiende sus dudas en Itaipú, donde nada se sabe sobre sus pasos y, en cambio, sí se agiganta la sospecha de una nueva metida de pata en contra de los intereses del país frente al dominante Brasil.

Como nunca antes, Paraguay tiene ahora la oportunidad de reivindicar derechos históricamente negados en Itaipú, específicamente la cuestión tarifaria, que siempre ha sido beneficiosa exclusivamente para el consocio dominante Brasil que, de nuevo, busca extender indefinidamente su imperio de cara a la trascendental negociación sobre el futuro de la binacional al cumplirse en el 2023 medio siglo del Tratado que significó oro para el vecino país y migajas para la margen derecha.

En coincidencia con el tema, el ex presidente de la ANDE, Ing. Pedro Ferreira, hizo llegar una nota a la Asociación Nacional Republicana (ANR), en la cual expresa que el Partido Colorado marca señales de ausencia en las discusiones sobre Itaipú, tachando a la tradicional nucleación partidaria de antipatriota, mientras la oposición ensaya una posición clara acerca del libreto que debe seguir la delegación guaraní frente a los “socios” dominantes.

Existe el temor generalizado de que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, no tiene las agallas necesarias para emprender una lucha frontal, como la que se necesita, para convencer a Brasil de que Paraguay va a pelear en todas las instancias posibles derechos históricamente negados que, a la larga, han significado una asimetría cada vez más abierta y profunda.

La situación ha venido acompañada en el tiempo por gobiernos marcadamente corruptos señalados de vender su silencio a cambio de dádivas, continuando indefinidamente la perversa práctica de los impunes “barones de Itaipú”.

La nota de Ferreira se hizo viral y colocó en frentes opuestas a defensores y detractores que, al final, se olvidaron de apuntar al verdadero responsable del estado de cosas, el presidente Marito, de quien poco o nada se espera en el tema de defensa de los derechos paraguayos en Itaipú, a sabiendas de su ineficiencia en el manejo del país y sus proverbiales metidas de pata cada vez que debe enfrentar la crítica internacional, la misma que, por cierto, acaba de ubicar su gestión como la peor del continente como premio a la meritocracia de inutilidad acumulada por el hijo de la dictadura durante su vacilante aterrizaje en el poder.

En estos momentos en que la pobreza apura al país, Itaipú se presenta como una panacea brillante para generar recursos genuinos medidos en decenas de millones de dólares, incrementar el producto interno bruto y hacer llegar la riqueza a los sectores vulnerables, postergados, excluidos o expulsados, entre otros múltiples beneficios para el país.

Esta variable parece no estar al alcance de la comprensión o el interés de las autoridades nacionales, quienes muestran estar satisfechas con el estatus quo dominante que, en todos los casos, les confieren privilegios vedados a los “comunes”.

Esta es la lectura comprensiva de cómo maneja el gobierno de Marito la renegociación del Tratado de Itaipú, a poco menos de año y medio de su término de mandato, considerado uno de los peores de la posdictadura.

Abdo Benítez asumió como presidente de la República con los votos del cartismo, y uno de sus primeros “pasos” en su rol de gobernante fue una persecución implacable contra su contrincante partidario, ganándose el mote de traidor que, con el paso del tiempo, fue consolidando a medida que demostraba, en los hechos, que no le importa el país sino la acumulación de su riqueza para huir, al final de su pérfido mandato, a algún paraíso terrenal hasta que “Dios y la Patria se lo demanden”.

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