Así quiere Marito que se desplacen los «comunes». Ese es el mensaje que da a la ciudadanía tras rechazar la «Ley de Electromovilidad» que busca un servicio decente, moderno y barato para la gente. La mafia del transporte, al rojo vivo en Paraguay.

A través de un escueto comunicado divulgado a la opinión pública que este martes aún no se dio a conocer a través de los medios independientes al servicio del oficialismo, el presidente de la República Mario Abdo Benítez rechazó el proyecto de “Ley de Electromovilidad” que, en resumidas cuentas, busca instalar en el servicio público de pasajeros el transporte eléctrico como una forma de reducir el costo del pasaje y modernizar la decadente flota de colectivos chatarra que pululan por el país.

Marito acudió a la excusa de “cuestiones de orden tributario” que nadie cree para justificar su determinación, que posterga una vez más el reclamo de la gente humilde y trabajadora que se desplaza en colectivos de contar con un servicio moderno y económico, al alcance de todos los bolsillos.

De esta manera, el presidente con 84% de desaprobación a su desastrosa gestión nuevamente se coloca del lado de los solventes empresarios del transporte público de pasajeros, los mismos que han sido históricamente privilegiados con medidas excepcionales de operación, entre ellos los odiosos subsidios que, finalmente, acaban por costear los contribuyentes.

A más de ello, los dueños de las empresas de colectivos son beneficiados por el gobierno de Abdo Benítez con combustibles más baratos que los pagados por los “comunes”, supuestamente como “garantía de servicio”, en una determinación que califica el perfil antipopular del gobierno alineado con la clase opulenta.

La decisión fallida de Marito se produce en momentos que una industria automotora de Taiwán se encuentra en nuestro país para ofrecer un moderno colectivo de pasajeros movido a electricidad y, de esa manera, contribuir a mejorar el lamentable servicio que ofrecen los empresarios paraguayos del rubro, que mandan a la calle buses enclenques sin que importara a las autoridades nacionales, específicamente el Viceministerio de Transporte, aliado incondicional de los poderosos transportistas.

De esta manera, en un país que se jacta de contar con tres hidroeléctricas que producen energía limpia y abundante se deberá apelar nuevamente a los combustibles fósiles para mover la oxidada estructura de transporte, como si no hubiera crisis de petróleo y como si los precios de los carburantes estuvieran al alcance del bolsillo.

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