Los niños acusan con fuerza la precariedad y necesidades generadas por un gobierno ineficiente y contaminado de corrupción, pese a lo cual el presidente de la República pinta un país de maravillas en su termo de oro, totalmente alejado de la realidad que golpea a la nación.

“No puedo negar, soy el presidente que ha pasado la mayor cantidad de juicios políticos en la historia de nuestro país, ya vamos por el segundo”, afirmó en un extraño mea culpa el jefe de Estado Mario Abdo Benítez durante su discurso ante la ciudadanía este martes, luego de lo cual afirmó que el mismo respeta profundamente a toda la clase política, pero que el juicio político en su contra, como una herramienta constitucional, se trata de un “último recurso porque le puede hacer un gran daño a la estabilidad de la nación, que requiere de previsibilidad para seguir creciendo, más aún en tiempos de crisis”.

Increíblemente, el presidente se refiere a la situación que podría significar su salida del poder y la instalación de otro gobierno en crisis, pero pasa olímpicamente por alto las obligaciones y responsabilidades de su cargo, específicamente lo relacionado a la transparencia, el buen uso de los recursos públicos, el nombramiento de personas idóneas al frente de los cargos ejecutivos, cero impunidad con los ladrones de fondos presupuestados y, fundamentalmente, procurar con uñas y dientes el bienestar poblacional con servicios para todos, eficientes, oportunos y puntuales.

De esta manera, aparece en el escenario nacional un presidente totalmente perdido, alejado de los problemas reales de la gente, pero bien despierto para hacer negociados y mirar por alto el desastre de su gabinete, con resultados que saltan a la vista con un país devastado por las necesidades y las precariedades, y una ciudadanía absolutamente defraudada por sus autoridades.

Sin tener en cuenta nada de esto, Marito renovó plácidamente su compromiso de “buscar la reconciliación y la unión de nuestro pueblo por un destino común para todos”.

“Hemos hecho cosas buenas, satisfactorias y nos hemos equivocado, seguramente nos vamos a seguir equivocando; pero no lo hacemos de mala fe. Sepan que estamos haciendo el mayor de nuestros esfuerzos para poder tener los resultados que el pueblo paraguayo espera de nosotros”, expresó.

Al referirse a sus ministros, tildados de inútiles y extendidamente corruptos, sostuvo que se trata de “un equipo de trabajo comprometido, un grupo humano que hoy tiene un enorme desafío. La humanidad tiene un gran desafío y Paraguay tiene un gran desafío”.

Estas expresiones, vacías y sin ningún contenido de valor, enmarcan el discurso presidencial, que generó burlas y memes de todos los sectores, incluso de sus propios correligionarios colorados, que coincidieron en señalar la falta de realismo del presidente ante el infortunio que lacera la rutina de los “comunes”.

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