La población precarizada acude en ayuda del prójimo necesitado dotándole del pan diario, mientras millones de dólares están en manos del Gobierno y otro tanto en poder de la corrupción. Foto: concepcionaldia.com.

Con el avance de la cuarentena se erigen en paño de lágrimas de miles de familias a lo largo y ancho del país.

Se presentaron inicialmente como opción de valor cuando las papas comenzaban a quemar.

Con el correr de los días se han ido multiplicando sin cesar, hasta formar parte obligada, irremediable y dolorosa de la realidad paraguaya.

Se trata de las ollas populares, que acompañadas de campañas solidarias mediáticas, y acciones variadas de “ayudomi”, suplen la necesidad alimentaria de muchísimos compatriotas carenciados que no han tenido la fortuna de recibir la “llave de la felicidad” condensada en un corto mensaje de celular con una billetera virtual cargada de dinero para las compras esenciales.

Todo esto ocurre mientras papá Estado da parte de ausente.

El Gobierno dispone de una fortuna inmensa, calculada en 2.400 millones de dólares, acumulada mayormente de préstamos hipotecarios de vida futura y bonos, que en los papeles estarán destinados a gastos resultantes de la pandemia de coronavirus, pero se ha visto que una parte millonaria se ha metido en la maraña de la corrupción, especialmente en modo licitaciones.

De esta manera, la posibilidad de que social y económicamente el azote del virus pasara desapercibido en este país de generosos recursos queda en el recuerdo de una esperanza manchada de decepción.

Allá por finales de febrero, cuando el malón del microorganismo invisible hacía visible su garra venenosa, el Presidente de la República anunció medidas severas de prevención y contención, y al mismo tiempo anunciaba la mano generosa del Gobierno para que la ciudadanía hiciera más llevadera la carga de la pandemia, incluido un préstamo de 1.600 millones de dólares concedido por la banca internacional, al cual se fueron sumando después ayudas solidarias en efectivo de gobiernos y organizaciones consecuentes con Paraguay.

La situación actual es francamente plausible en materia de cuidado sanitario para la población, con una contención patológica que ha motivado el reconocimiento internacional, pero queda pendiente de respuesta el destino de tanto dinero, que hubiera pasado desapercibido si no aparecían resplandecientes ante la luz pública llamas humeantes de braseros encendidos y fogatas improvisadas, con grandes ollas ennegrecidas por el fuego ataviadas de ilusiones, y prójimos amontonados pendientes del pan diario.

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