El defensor del pueblo es el blanco de turno de la prensa amigada con el oficialismo y la oposición. Miguel Godoy anunció su renuncia este miércoles, luego de que el bloque cartista en Diputados le negara apoyo y decidiera acompañar un eventual juicio político en su contra. (Foto: diario La Nación).

Desde el inicio mismo de las actuales compulsas electorales, los medios afines al oficialismo no han cesado un solo día en sus ataques pertinaces de contenido patológico contra el cartismo en cualquiera de sus presentaciones, ya sea a través de acometidas delatorias supuestamente basadas en documentos o denuncias, o disparando directamente contra la humanidad de las autoridades o personas cercanas al movimiento interno del Partido Colorado tildado de “enemigo común”.

Si bien la salida del campo de batalla electoral del presidenciable Hugo Velázquez (otrora abdista) significó un guarismo menos de violencia entre correligionarios, quedó la prensa amiga para continuar con los tiroteos, a sabiendas de los réditos financieros en licitaciones y propaganda oficial que ello conlleva, y las pruebas están a la vista.

Prácticamente ni una sola autoridad oficialista y, menos aún, mandamases de la cartera opositora cómplice, es señalada en la galería de corrupción pública, lo que da la pauta de que todos los que no son cartistas son santos varones, reservando artillería pesada para Honor Colorado.

El derrotero electoralista se presenta de esta manera muy claro desde la óptica del gobierno de Abdo Benítez aliado con la oposición, al que se ha sumado el colegiado diplomático estadounidense que ha encontrado perfiles de “significativamente corruptos” únicamente en filas del coloradismo, cuidándose selectivamente de incluir a los amigos en esa lista negra que, llamativamente, lo aplica solo en el Paraguay.

Afortunadamente, el cartismo ha venido manteniendo en todo este tiempo una política de no beligerancia, consciente de la necesidad de evitar otra caída del Partido Colorado y entregar el poder de la República a la izquierda bolivariana, que avanza en la región con resultados desastrosos de gestión pública, corrupción y vandalismo, como es el caso de la vecina República Argentina, donde gremios ideologizados afines al cristinismo mantienen postrada a la industria automotriz.

Los cartistas o aliados sí pueden cometer irregularidades en sus respectivas administraciones, pero no puede ser que ningún solo oficialista y opositor aparezca en la lista negra de investigados, de lo cual fácilmente se puede deducir que la prensa “independiente” del Paraguay, especialmente la que es premiada cada tanto con millonarias adjudicaciones dirigidas o anuncios del Estado, mantiene un pacto de silencio con todo lo que no signifique cartismo.

Se trata del mismo colegiado mediático que ante el menor atisbo de ataque o crítica se refugia en artículos universales que consagran la libertad de expresión, lo cual no corre para los enemigos comunes.

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