Marito se burló de la gente desde que asumió su cargo, y en todo este tiempo usó y abusó de su poder para enriquecerse con la plata del pueblo, dicen indignados que piden que también sea declarado «significativamente corrupto».

Si realmente pretende combatir la corrupción en todas sus formas y garantizar de esa manera la libertad y el Estado de Derecho de los pueblos, el gobierno norteamericano no debe esperar más para incluir al presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, en su lista de “significativamente corruptos”, afirmaron esta mañana indignados sociales que alegan sentirse engañados, estafados y despreciados en sus derechos de vida digna por el gobierno de Marito.

“Hubieran comenzado por esta verdadera langosta de las arcas del Estado que nos ha endeudado hasta varias generaciones de paraguayos y, a pesar de que le faltan apenas meses para salir del Palacio de Gobierno para continuar su descanso en su termo dorado, sigue propiciando negociados feroces con recursos públicos y no se digna siquiera en rendir cuentas a la población, a la que mantiene maniatada con múltiples necesidades y precariedades, mientras él, su parentela y sus amigotes disfrutan de la fresca viruta”, postea este viernes el indignado Julio Andrés Lacarruba.

Marito está acusado de pervertir en provecho propio decenas de millones de dólares prestados de la banca internacional para ser destinados a la lucha contra el coronavirus pero que, según los datos, fueron destinados a engrosar cuentas particulares de las autoridades, convertidas de esta manera en multimillonarios de la noche a la mañana con la plata del pueblo, y encima de todo gozando en impunidad y procurando otro período de 5 años de poder y gloria.

Referentes de la misma oposición coinciden en calificar el gobierno de Abdo Benítez como “el peor de la era abierta” del Paraguay, que encima de todo recibe ahora este sablazo del gobierno norteamericano que hunde el prestigio del país y sepulta cualquier alarde de democracia y libertad, como tanto les gusta exponer ante propios y extraños a los jerarcas del gobierno.

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