Se desconoce la intención del comandante en jefe Abdo Benítez de llenar de verdeolivos el norte, a sabiendas de que cualquier aventura de rescate de Denis podría generar la peor suerte del cautivo.

Se han cumplido con creces los 8 días de plazo que dio el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) para que la familia del secuestrado ex vicepresidente de la República, Oscar Denis, cumpla la exigencia de repartir víveres por valor de 2 millones de dólares a una cuarentena de poblaciones vulnerables del norte del país, como parte de un reclamo mayor de poner en libertad a los reos Carmen Villalba y Alcides Oviedo, considerados líderes principales de la banda armada.

A partir de entonces, luego de que la familia Denis cumpliera con su parte en tiempo y forma, según se afirmó en rueda de prensa, los días que pasan se tornan tormentosos debido a la contundente negativa del gobierno de soltar a los criminales presos y de cerrar toda puerta de diálogo basado en la extorsión.

De esta manera, se desconoce la actitud a ser asumida por el enemigo común de los paraguayos, de frente a la urgente necesidad de que el cautivo recupere su libertad, aunque sea por motivos humanitarios, teniendo en cuenta su delicado estado de salud como secuela de enfermedades crónicas que requieren medicación puntual.

Detalles suministrados por Adelio Mendoza, empleado de Denis secuestrado juntamente con su patrón, indican la delicada situación que enfrenta el político y empresario concepcionero, y la necesidad de que vuelva lo más pronto posible a los suyos.

En otro compartimiento, el gobierno se limita en estos días a hacer una ostentosa exhibición de poder de fuego, como si ello bastara para amedrentar a un enemigo feroz que ha demostrado estar en el timón, manejando a placer el curso de los acontecimientos.

Los días por delante se presentan más ardientes que nunca por la obligación del gobierno-FTC de rescatar sano y salvo al secuestrado, y al mismo tiempo erradicar definitivamente la célula maligna llamada EPP, que cada cierto tiempo hace metástasis con sus apariciones violentas, esta vez precipitadas por la fracasada incursión de las fuerzas públicas de élite que entraron a buscarlos en los montes, acabaron con la vida de dos niñas y dejaron escapar increíblemente a los miembros de la agrupación criminal.

Si la intención del gobierno con su ataque al EPP el miércoles 2 de setiembre fue desviar la atención sobre los robos de los fondos del covid, la falta terrible de insumos en los hospitales públicos, la arremetida violenta de hordas de motochorros contra indefensos ciudadanos, el desempleo rampante y la grave falta de circulante, evidentemente lo cumplió, pero si al mismo tiempo quería exterminar el EPP, lo que cosechó fue un rotundo fracaso con la muerte de dos niñas y la supuesta estampida (hasta ahora nadie lo cree) de los miembros del grupo armado y, para colmo, el secuestro del ex vicepresidente de la República Oscar Denis y su empleado Adelio Mendoza (posteriormente liberado), que pone en aprietos a la inteligencia del Estado y a la costosa FTC, y comprime contra la pared la escasa dosis de confianza que viene arrastrando dolorosamente el gobierno de Abdo Benítez.

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