Imagen repetida hasta el cansancio en pleno sector urbano, a cuadras de la vivienda del intendente, señalado como insensible para resolver el drama de la falta de agua que soporta históricamente la comunidad.

Marcados históricamente por el infortunio de autoridades inoperantes, los habitantes de la ciudad de Emboscada, a 35 kilómetros de Asunción, nuevamente son castigados por la falta de agua.

En medio de un marco repetido hasta el cansancio, pobladores ataviados con baldes y bidones improvisados son vistos estos días recorriendo cansinos calles y picadas en busca del líquido vital.

La vergüenza que revela la precaria gestión de las autoridades es más notoria en estos días, cuando personas de diversos ámbitos de Asunción se han instalado en esa ciudad y alrededores para investigar el paradero de la niña Juliette.

“Estamos en pleno otoño, alejados del calor infernal del verano, pero aun así las canillas solo emiten aire maloliente”, afirma un usuario que lamenta la pésima calidad del servicio de la Junta de Saneamiento local.

“Gente de otros lugares del país y del mundo desconocen nuestra triste realidad”, afirma otro indignado, mientras sostiene un par de baldes que contenían pintura para surtirse de agua en algún lugar prodigado por la naturaleza, como algunas de las tantas lagunas que existen en los alrededores de la ciudad, convertidas por fuerza de las necesidades en verdaderos nichos milagrosos.

“Para los emboscadeños, quizás como en ningún otro lugar de esta parte del mundo, un balde significa mucho más que un elemento de trabajo. El balde significa para nosotros vida, porque nos permite transportar agua para vivir”, dispara otro defraudado.

Dedos acusadores apuntan en una sola dirección.

“Igual que épocas pasadas tristemente célebres, nuestras autoridades municipales se cruzan de brazos y llenan nuestros baldes con húmedas promesas. No demuestran un solo intento de solución y acompañamiento a nuestro sufrimiento. Seguramente a ellos les sobra agua en sus casas, porque de otra manera estarían golpeando puertas aquí y allá en busca de una salida a este drama, que por ser tan repetitivo ya forma parte de la triste rutina de los emboscadeños”, puntualiza una docente.

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