Vecinos y amigos de la familia coinciden en apuntar a la madre de la niña como sospechosa del secuestro de su propia hija, mientras la fiscalía y la Policía no tienen novedades seis meses después del misterioso y abominable caso.
Como extraído de un libro de terror, la madre de la niña Juliette sigue negándose sistemáticamente a que fiscales antisecuestros procedan a extraerle unas gotas de sangre para analizarlas y, a partir de ahí, cotejarlas con el material sanguíneo hallado en la vivienda rural de la familia poco después de denunciarse la desaparición de Yuyú el 16 de abril pasado en el barrio Isla Alta de la ciudad de Emboscada, unos 45 kilómetros al noreste de Asunción.
“Ella no quiere, y la ley nos prohíbe actuar a la fuerza, por lo cual debemos buscar otros mecanismos legales hasta tratar de determinar si la sangre encontrada en la vivienda familiar efectivamente, así como se sospecha, pertenece a la niña desaparecida”, expresó un agente fiscal al diario La Mira, tras poner en tela de juicio la calidad de madre de Lilian Zapata.
“En verdad, nunca hemos tenido este tipo de trabas para esclarecer un caso, más aún proveniente de la propia mamá de una niña que desapareció del entorno y la vista familiar de forma misteriosa, quien se niega terminantemente a que se le extraiga una simple muestra de sangre”, apuntó.
Poco más de seis meses después de haberse denunciado el hecho, la investigación, antes que mostrar síntomas de esclarecimiento, se pierde en un mar de complicaciones, contradicciones, sospechas de encubrimientos y, lo peor del caso, la nula predisposición de los propios padres para tratar de echar luz sobre sórdido misterio.
En medio de este escenario, resuena con fuerza el clamor ciudadano “Dónde está Yuyú”, mientras las autoridades paraguayas se niegan -también de forma increíble- a pedir ayuda internacional para tratar de develar el misterioso caso, identificar e imputar a los culpables, y enjugar de esa manera las lágrimas de millares de familias que lloran la desaparición de la inocente niña.