Ejemplo de vida. Acompañada por su querido tatakuá, doña Teresa aparece el día de su cumpleaños como le gusta vestir a ella, siempre lista para hornear exquisiteces. «Voy a vivir todavía muchos años más», dice sonriente y saludable tras revelar su futuro con sorprendente convicción.

Un octubre especialmente caluroso en cuanto al clima y al ambiente familiar sorprendió a una abuelita ovetense, que cumplió 104 años y lo celebró en una fiesta popular al que asistieron familiares, amigos y personas que conocen las bondades y virtudes que adornan la vida de esta mujer guerrera que ha visto miles de amaneceres y acumulado una experiencia rica en anécdotas, amor y sacrificio.

Doña Teresa Ávalos Vda. de Sanabria nació en la compañía Plácido, por entonces un lugar alejado y sin servicios por lo que requería un desafío extra para la rutina diaria que ella lo vencía una y otra vez con mucho esfuerzo, propio de la familia paraguaya de aquella época.

Corría el año 1919 y cuando se desencadenó la Guerra del Chaco Teresa tenía 12 años.

Recuerda los duros momentos pasados durante la contienda y el patriotismo que llevaba en la sangre el valiente paraguayo que arrastraba de la Guerra Grande el valor de la Patria y el amor a la familia.

Tiene una hija, tres nietas, seis bisnietos y dos tataranietos.

En su buen momento realizaba trabajos en la chacra para ayudar a la manutención familiar y fue una experta en la cría de aves de corral, cabras, ovejas y también vacas.

Toda su vida lo desarrolló en el campo, y dice que su relativo contacto con los ruidos de la ciudad le ha regalado una vida tranquila y equilibrada, siempre pendiente de la naturaleza.

Le gusta la alimentación natural con productos obtenidos mayormente en su propio rancho.

Doña Teresa elige el menú del día, que generalmente consiste en algún animal criado por ella misma, especialmente cerdo y gallina, acompañado con abundante mandioca y ocasionalmente ensaladas con hortalizas frescas.

Es una asidua carnívora, comentan sus familiares.

“Si la comida no tiene carne dice que es señal de pobreza, y ella no se considera pobre porque tiene mucho para comer”, comenta una nieta.

El día de su cumpleaños se le vio a esta mujer guerrera rodeada de un ambiente festivo y accedió a posar para la foto ataviada con un delantal y frente al histórico tatakuá, su acompañante sempiterno que le ha ayudado a llevar a la mesa exquisitos menús.

Productos en base a maíz no deben faltar en la mesa diaria.

De esta manera, es común ver a doña Teresa saboreando un rico vorí vorí, chipa olla, rorá kamby, rorá kyrá, sopa so’ó y sopa paraguaya.

Le agradan el vino y la cerveza, que lo consume con frecuencia, y también la Coca Cola.

Dice que la bebida hay que consumir poco para disfrutarla y que el abuso es dañino para la salud.

Goza de salud envidiable a pesar de su avanzada edad, aunque el sonido exterior le llega con menos decibeles.

Crió a decenas de generaciones de niños y los educó con la crianza tradicional dotada de conocimientos adquiridos y suficiente experiencia empírica en una época donde asistir a la escuela era un lujo esquivo para la gente del campo.

“Voy a vivir todavía muchos años”, dijo sonriente en su cumpleaños tras brindar por la vida y la salud con un fondo musical basado en música paraguaya, infaltable en las celebraciones familiares.

“Necesitamos recuperar tantos valores y fórmulas de vida sencillas y prácticas como lo ha sobrellevado con altura, sacrificio y gran amor esta mujer, para ejemplo de esta generación nublada por vicios y un estilo de vida poco recomendable para gente que anhela un vivir tranquilo y sin muchas vueltas”, expresó una invitada que no salía de su asombro al observar la vitalidad de hierro de doña Teresa.

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