Develadora imagen publicada por el diario La Nación que ilustra el grado de peligro en las calles con el expendio ilegal de combustibles, que se busca revertir con la próxima baja sostenida de los precios en los servicentros del país.

Varios anuncios sacan de su letargo y habitual desesperanza con el actual gobierno de Marito por parte de la población “común”, que ahora recibe la buena nueva de la inmediata baja en el precio de los combustibles para la venta al público ni bien asuma el presidente electo Santiago Peña.

Se trata de uno de los rubros principales de encarecimiento de la canasta familiar, que durante estos últimos años ha venido sufriendo una serie de sacudidas con medidas impopulares y el estatu quo inalterable en beneficio del sector empresarial.

A través del sitio social oficial del Partido Colorado, el propio Peña se adelantó en afirmar que ha dado órdenes al próximo presidente de Petróleos Paraguayos (Petropar, que monopoliza la distribución de combustibles en el país) Eddie Jara, para la baja inmediata de los costos de los carburantes de expendio al público consumidor, sin dar aún detalles.

Según se sabe, figuran en la lista de baja de precios las naftas y el gasoil, con al menos dos dígitos de disminución.

Los precios actuales establecidos en las estaciones de servicio apenas han sufrido variación desde que, en plena pandemia, el gobierno determinó alzas desmedidas supuestamente para equilibrar la suba internacional del precio del crudo en pandemia, y más aun después de desencadenarse la guerra contra Ucrania, cuando el crudo alcanzó niveles récord de cotización.

El Congreso de la nación envió un pedido de esclarecimiento de precios a los servicentros a través de un informe detallado sobre escala de costos que hasta hoy día demora en conocerse, en una actitud propia de los empresarios de combustibles que históricamente se han beneficiado de las necesidades de los consumidores con precios excesivos que nunca se compadecieron de los precios del petróleo, en consonancia con la angurria corporativa por las ganancias siderales generadas artificialmente.

En la emergencia, la población debe surtirse a precios increíblemente más bajos en el mercado negro, especialmente los instalados como hongos en las zonas fronterizas con la Argentina, arriesgando no solo la seguridad de sus vehículos sino sus propias vidas con un producto de alto riesgo expendido de forma abierta, sin ningún tipo de cuidado y protección.

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