Atiborrado de problemas y el ninguneo a la política de rigurosidad que el cargo le obliga, Marito pasa sus días turbado por la presión. La gente teme que realizará aun varias metidas de pata hasta el final de su mandato, donde posiblemente irá a anclar en su termo dorado de la paradisíaca Miami Beach, donde le espera una mansión de ensueño.

Corren precipitadamente los días y apenas faltan poco más de 500 días para que, finalmente, se cumpla el período de gestión gubernativa del presidente Mario Abdo Benítez, y comience otra nueva etapa para el Paraguay que la población espera sea mil veces mejor que la actual tapizada de errores, improvisaciones y una pobreza extendida marcada por la falta de políticas públicas que apunten a todos los sectores poblacionales, y no solo a los amigos del poder.

Marito se ha caracterizado en todo este tiempo por presentar un perfil de ineficiencia que le ha llevado a sucesivos fracasos, por un lado, y por otra parte a rodearse de inútiles que solo buscan sacar la mejor tajada a través de las centenares, tal vez miles, de vetas de dinero fácil y rápido, como lo muestran diariamente los medios de comunicación que divulgan sobre contrabando, licitaciones direccionadas, recursos del Estado que van a parar directamente al bolsillo de los gestores públicos, zoquetes al por mayor como el que están rifando en Conatel, y otra serie de ventajas para los amigos.

La ciudadanía es obligada a hacer malabarismos para sortear de alguna manera el día a día, y en otro ámbito recrudece la inseguridad con robos y asaltos de todo tipo que ponen en jaque a la gente, mientras la clase solvente puede soportar la embestida con ampulosos esquemas tecnológicos de seguridad totalmente vedados al alcance de los “comunes”.

En medio de este maremágnum de errores procedimentales que someten al país a una situación de riesgo latente, el sector privado nuevamente emerge para generar fuentes de trabajo y multiplicar los ingresos fiscales como producto del esfuerzo traducido en producción exitosa.

En otras carpas, políticos y ONG’s hacen su parte para tratar de mantener el estatu quo de “salvadores de la patria” desparramando denuncias y no aportando absolutamente nada mejorar el estado de cosas.

“No conozco un solo proyecto de trabajo creíble, sustentable y amigable de los zurdos sino críticas al trabajo de otros”, posteó en su red social el ciudadano Aristides Ledezma, luego de escuchar, según dijo, que invasores del establecimiento Pindó resistirán a la ley, con la ayuda de legisladores y políticos de la izquierda y ONG’s siempre atentas a las movidas de la delincuencia organizada disfrazada de “asociaciones de productores”, como la que ostenta la “Asociación de Productores Joaju” sustentada en tierras usurpadas de Pindó, donde los “sintierra” dicen defender la soberanía alimentaria y alegan valorar la tierra, la producción y el medio ambiente como fórmulas para el trabajo exitoso, pasando olímpicamente por alto el delito criminal de operar en una propiedad privada.

Por el lado del gobierno, nada hace para frenar este tipo de abusos contra el Estado de Derecho y, en contrapartida, prohíja abrazos cínicos con agitadores profesionales con el claro propósito de guardar sus espaldas de un eventual juicio político, tirando al pueblo a los leones.

Habrá que estar con los ojos bien abiertos en lo que le resta de mando a Marito, tachado del peor presidente de la era postronista, en el sentido de registrar cada metida de pata en su atestado prontuario para que, finalmente, Dios y la Patria se lo demanden.

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