Los aliados acudieron a variados métodos para «pulverizar» al cartismo, entre ellos el embajador de EE.UU. que se encargaba de alimentar la artillería de desprestigio a través de los holdings mediáticos amigos.

Anuncios que en su momento se creían parte del pimponeo mediático en las pasadas elecciones generales aparecen con fuerza en el escenario judicial donde el cartismo toma partida de acusaciones que a través de la investigación fiscal buscan poner las cosas en su lugar, señalan referentes del movimiento colorado que sustentan la denuncia por persecución política contra personas innominadas presentada por el ex presidente de la República Horacio Cartes.

Si la posibilidad de que los más importantes referentes del abdismo y aliados vayan a parar con sus huesos a la cárcel levantó polvareda, no es menor la campaña de “defensa” que empezó a poner en práctica un sector de la prensa comprometida gravemente en los hechos investigados que incluyen artículos, informaciones, comentarios, editoriales, notas y entrevistas arteras y otro abanico de recursos que apuntaron a sacar (pulverizar) a Cartes del escenario político para imponer el continuismo aliado que durante todo el gobierno pasado redituó a los dueños de los principales holdings mediáticos negociados feroces con los recursos públicos incluso en plena pandemia.

“Empezaron a buscar voces asociadas para tratar de desvirtuar las acusaciones pero no lo van a lograr porque nuestra denuncia está basada en montañas de documentos, pruebas y evidencias”, afirmó un miembro del staff de abogados que lleva adelante la denuncia.

De acuerdo a los datos, los dueños de holdings mediáticos se han involucrado de manera perversa, cruel y despiadada contra el adversario electoral de turno al que etiquetaron de enemigo, en una compulsa desigual sin ningún derecho a réplica que marcó tendencia durante meses, hasta que se desmoronó la estructura de campaña con la derrotada aplastante de la alianza y ahora los señalados de culpables sacuden sus hilachas.

En la campaña de desprestigio electoral contra Cartes y el cartismo entraron a tallar no solo los jugadores electorales sino especialmente los amigos mediáticos, que se encargaron de instalar no solo enemistades sino odio en la ciudadanía, al punto que pintaban de negro todo lo que sea HC y presentaban como blancas palomitas a los aliados, especialmente el abdismo y el efrainismo, todos ellos unidos en torno al negocio del siglo que significaba el globalismo en sus variadas acepciones y mentiras.

“No son periodistas, son difamadores y escribas al servicio de sus patrones”, opina un indignado social al referirse a trabajadores de prensa utilizados en campaña electoral.

“Ahora están dando manotazos de ahogado”, expresa Mario Bobadilla, mientras Moisés Abreu recuerda: “No habrá delitos de prensa sino delitos comunes cometidos por medio de la prensa”, en alusión al biombo erigido por acusados para tratar de salvar su complicado panorama judicial.

“Pronto acudirán mansos a la Sociedad Interamericana de Prensa a pedir la bendición, después de haber perpetrado una campaña brutal donde violaron impune y solidariamente preceptos universales consagrados para el ejercicio de la prensa y cometieron delitos comunes castigados por el Código Penal, convirtiendo la profesión en un sucio eslabón de la cadena de brutalidad ejercida de forma desmesurada contra el adversario de turno”, dispara por su parte Emiliano Miranda, en coincidencia con cúmulos de indignados.

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