En menos que canta un gallo los asesinos de Pecci fueron atrapados y recibieron condena en Colombia, mientras acá existen casos emblemáticos que arrastran moho debido a la inacción judicial, entre ellos el crimen de Santiago Leguizamón. (Foto: Notimérica).

La enorme diferencia entre un país serio en materia de instituciones públicas y otro país donde campean los antivalores y la impunidad se hizo patente este 14 de junio, cuando transcurridos apenas 38 días del inicio de la investigación del caso Pecci, en coincidencia con el mismo día en que asesinaron a sangre fría al fiscal paraguayo en Colombia, la justicia del país caribeño logró condenas ejemplares a 4 de los 5 hombres encontrados culpables del crimen, mientras uno de ellos niega la autoría del hecho y arriesga una pena de 47 años de prisión en caso de que no prospere su defensa ante el tribunal colombiano.

“Y pensar que el crimen del periodista Santiago Leguizamón se está ‘investigando’ desde hace 31 años, y en todo este tiempo apenas se le está estirando la oreja a un presunto sospechoso moral (Fahd Jamil), que maneja a gusto y paladar toda una estructura de defensa que logra amedrentar y postergar indefinidamente una eventual sentencia”, posteó este viernes un lector.

Víctor Omar Centurión hizo un paralelismo de la justicia colombiana con la de nuestro país y sacó conclusiones de valor.

“Jamás, y coincidirán conmigo muchos compatriotas, se me pasó por la cabeza que hubiera sido posible hallar a los culpables del crimen del fiscal Pecci, en un país donde la criminalidad cuenta con una estructura feroz, pero apenas pasaron 38 días para que tengamos la noticia de condenas ejemplares sin pérdida de tiempo, para alivio del sistema de investigación y justicia del Paraguay, para los propios familiares, colegas y amigos de Pecci, y para millones de paraguayos atentos al desarrollo de este caso”, comentó el ciudadano.

El periodista Santiago Leguizamón fue asesinado a balazos en una calle céntrica de la ciudad de Pedro Juan Caballero, en el noreste de Paraguay fronteriza con Brasil, el 26 de abril de 1991, marcando una historia negra en la actividad periodística por un lado, y la ya por entonces creciente amenaza del crimen organizado, que durante todo este tiempo ha venido madurando sin pausas, al punto de cooptar y direccionar, bajo diversos medios de “persuasión”, voluntades fiscales, policiales y judiciales, entre otros eslabones de la cadena de impunidades.

“Nuestro querido fiscal Pecci ya podrá descansar en paz mediante estas sentencias diligentes y ágiles que mucho bien le hacen a la justicia, en este caso de Colombia, porque en Paraguay tenemos aún mucho trecho por recorrer en la administración de justicia, donde se sabe que hay mucha vulnerabilidad y amiguismo, provenientes del mismo poder del Estado judicial”, opinó por su lado el abogado Celestino Cáceres Hellion, en coincidencia con colegas del Derecho que, por un lado, celebran las sentencias y, por otra parte, lamentan que haya tanta diferencia entre los sistemas de investigación y justicia de Colombia y Paraguay.

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