La conducta soez y el histrionismo calcado de su «comadre» Kattya son habituales en la senadora acusada de corrupción que hace disparos a quemarropa y ataques sin pruebas procedentes de su fichero de infamias.

La senadora efrainista vuelve a ser noticia, esta vez por una denuncia sobre un supuesto plan conspirativo del propio Gobierno para echar de la Corte Suprema de Justicia a ministros no alineados con el cartismo y que, en la óptica de los colorados, cumplen indicaciones interesadas de la oposición aliada con los medios, la embajada de Estados Unidos y el cardenal Martínez.

“Están yendo tras todos los que les molestan”, dijo suelta de cuerpo la polémica legisladora al aludir específicamente a los ministros de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, Víctor Ríos (liberal efrainista), Carolina Llanes (abdista añeteté) y Gustavo Santander (posiblemente colorado).

Estos jueces deberán entender y sentar sentencia en el pedido de inconstitucionalidad presentado por la mediática ex senadora Kattya González, quien tras ser destituida de su cargo por corrupción y delitos según el libelo acusatorio, busca desesperadamente recuperar su curul, seguramente para continuar con sus intervenciones histriónicas aplaudidas por el observatorio opositor y ni decir de los medios amigos, rabiosamente interesados en continuar con el festival abdista de adjudicaciones dirigidas, negociados e impunidad para los dueños de los holdings.

Celeste ha acaparado durante los últimos años la atención de los medios por sus denuncias sensacionalistas cargadas de artillería verbal, alimentando con escándalos nutritivos los espacios radiales, escritos y televisivos que coinciden en presentarla como campeona de la transparencia y la honestidad.

Esta rutina de violencia verbal habitual, cargada de ataques y ofensas sin pruebas y al mejor estilo de la Kattya, continuó campante hasta que una denuncia en su contra por rapiña del almuerzo escolar la obligó a bajar de decibeles.

Las nuevas condiciones de contrato para la alimentación escolar hicieron que la Celeste y su corporación quedaran afuera, generándose entonces una situación ideal para reemprender su arremetida de ataques y ofensas sin presentar pruebas.

En su extenso historial de disloques, la Celeste dijo que existe un plan colorado para pulverizar a la oposición, especialmente a los de pensamiento crítico, y también a la prensa, basándose en su exclusiva inventiva particular, tratando de cooptar el apoyo popular negado en las urnas y el siempre bienvenido espacio en los medios sin censura alguna.

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