La joven Isamar aparece sonriente durante la ceremonia de egreso, y pocos años después el país lamenta su muerte en manos de la violencia de sangre que se ha apoderado de la República ante la inoperancia criminal de las autoridades. (Foto: Asunción Post).

La muerte en trágicas circunstancias de la docente norteña Isamar Cabral enluta a la sociedad paraguaya, en un momento muy especial donde los casos sucesivos de violencia disparan la señal de alerta ante evidencias contundentes de que la violencia se ha enamorado del Paraguay.

Reportes periodísticos de este jueves publican en destaque la suerte de la profesora Cabral, quien de acuerdo a los datos ejercía la docencia en una escuela de la norteña localidad de Loreto, departamento de Concepción, donde fue vista por última vez en un automóvil de su propiedad que fue encontrado abandonado a unos 100 kilómetros de distancia, sin rastros aparentes de violencia, aunque su dueña sí presentaba señales de tortura e incluso de disparos de arma de fuego, según las primeras pericias policiales.

El horrendo caso se hizo viral y fue asociado con el asesinato de la joven mexicana Debanhi Escobar, registrado entre el 8 de abril, día de su desaparición, hasta el 23 del mismo mes, cuando fue hallada sin vida y con rastros evidentes de golpes, mientras la Policía del país norteño investiga las causas del crimen y rastrea a los presuntos culpables.

Este hecho causó conmoción en la sociedad mexicana, que ha pedido la mano dura del gobierno para frenar todo tipo de violencia, y en especial contra mujeres, que de acuerdo a los registros se ha multiplicado a niveles alarmantes.

En Paraguay, la violencia también se ha enamorado del país, con casos multiplicados de robos, asaltos a mano armada, secuestros, sabotajes, terrorismo criminal y de Estado, y más últimamente la práctica del sicariato, que enmarcan huellas profundas en una sociedad caracterizada históricamente por la empatía social y otros tipos de valores como la generosidad y el pacifismo.

La sociedad de Loreto se ha unido en luto por la suerte de la docente asesinada, y reclama el fin de la violencia en el norte, donde sienta reales el ilegal movimiento armado EPP, que estos días se hizo sentir al hacer explosionar una bomba en una patrullera de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), que no dejó víctimas pero sí la sensación abierta de que el terror goza de buena salud en esa parte del país, ante el relajo y la parsimonia de las autoridades responsables, entre ellos el propio comandante de las Fuerzas Armadas, Mario Abdo Benítez, que en todo este tiempo poco o nada ha hecho para enfrentar al grupo terrorista y rescatar a los secuestrados Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Oscar Denis.

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