El presidente de la compañía se ha llenado de denuncias que han metido a Copaco en terapia intensiva, con empleados despreciados en sus derechos y en contrapartida una cantera selecta de aduladores y afines colmados de privilegios y sueldazos al día.

A pocos días de terminar el “gobierno de la gente”, la situación de la monopólica Compañía Paraguaya de Comunicaciones (Copaco) no podía estar peor para instalarse en un limbo de indefiniciones financieras que ponen en jaque mate su crisis existencial ante el eco otrora sonoro pero ahora cada vez más apagado de sus empleados que por falta de cobro de sus haberes sufren de inanición alimentaria y emocional.

“Del día a la noche este histórico servicio se ha venido cuestas para abajo, al punto de encontrarse en nivel de decadencia y bancarrota, como secuela de décadas de latrocinios sistemáticos y depredadores que nunca han sido investigados como ocurre hoy mismo, en que el gobierno premia a los directivos en vez de destituirles y mandarles a la cárcel”, opinó airado este miércoles un funcionario que pidió el anonimato y que alegó arrastrar una antigüedad de 27 años de trabajo ininterrumpido.

“Cuando esto se transformó de Antelco en Copaco todos nos tragamos el cuento de que era para bien, lo cual ha sido realmente cierto pero para los directivos, sus familiares, amigos y amantes que son los que llevan la parte del león de los ingresos, mientras los auténticos trabajadores que ponemos el lomo por la institución somos objeto de precarización laboral, suspensión unilateral de beneficios y, por último, el atraso de pago de salarios sin ninguna explicación”, opinó otro indignado.

De acuerdo a los datos, los más de 3.000 empleados perciben sus raquíticos salarios en cuotas, y miles más aún no cobraron junio y julio, ante el silencio sepulcral de los directivos encabezados por el repudiado presidente de Copaco, Sante Vallese, señalado de pervertir el orden institucional, privilegiar a los amigos y amigas, y llenar las oficinas de recomendados, entre ellas las provenientes de la intocable cantera sindical con salarios de primer mundo que, según las mismas fuentes, son desembolsados religiosamente en tiempo y forma.

“Los comunes somos tratados como parias en nuestra propia casa”, lamentó otro indignado de la empresa tras advertir acerca de oscuros planes de fundir Copaco para entregarla a manos privadas por chaucha y palitos con la aprobación del gobierno y de sectores empresariales interesados en sacar provecho de esa cantera de oro comunicacional mal administrada que ha sido entregada graciosamente a latrocinadores seriales que hacen honor a su angurria depredadora y a punto están de abandonar ese barco a la deriva para tirarlo como presente griego al gobierno entrante.

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