El EPP muestra aún una sólida estructura de poder que deja en ridículo a las fuerzas públicas bien pagadas y con nulo resultado contra la inseguridad en el norte.

Al cumplirse este jueves un mes del secuestro del ex vicepresidente de la República Oscar Denis, y 36 días de la muerte en circunstancias poco claras de las dos niñas menores de edad a manos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en un frustrado operativo de eliminación del ilegal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) instalado desde hace dos décadas en los montes del norte del país, no se conocen resultados que permitan visualizar el fin del estado de inseguridad que mantiene en jaque a la población y pone freno a la producción, entre otras secuelas.

De esta manera, el grupo criminal mantiene el poder y la fuerza en un amplio sector territorial, frente a una oposición militar-policial de élite que en la práctica demuestra impotencia por concretar la estrategia del factor sorpresa en su incursión armada, cediendo terreno en un área aproximada de 50 kilómetros cuadrados y acumulando críticas de una ciudadanía cansada de mantener una estructura marcadamente costosa y onerosa.

En las circunstancias marcadas, sería más barato y posiblemente más efectivo para el gobierno contratar a indígenas, o mercenarios del exterior especializados en este tipo de lucha, para tratar de erradicar el EPP, que de forma increíble marca la hoja de ruta de la FTC y mantiene a cubierto a los soldados, que no se animan a entrar a los montes porque es muy peligroso, según el propio comandante, general Héctor Grau.

Se desconocen también resultados de la venida de expertos colombianos en lucha antiguerrillera, que como primera medida habrían sugerido instalar un cordón armado alrededor de la zona donde estarían ocultos los miembros del EPP, entre los departamentos de Concepción, Amambay y San Pedro.

El objetivo, en este caso, sería interrumpir el traslado de logística, especialmente alimentos, a los campamentos guerrilleros, y de esa forma forzar en algún momento la salida del grupo de su zona de confort para poder atraparlo.

Sin embargo, de acuerdo a nuestras fuentes, esa táctica no prosperaría debido a que el EPP cuenta con leales dentro de poblados cercanos para surtirse no solo de alimentos, sino eventualmente de medicamentos e incluso armas, como posiblemente lo venía practicando la agrupación terrorista durante todos estos años, sin que la inteligencia del gobierno pudiera detectar este esquema de dinámica guerrillera o, como creen muchos ciudadanos, no le conviene descubrir por el interés creado de sectores políticos oportunistas y antipatriotas de mantener el elefante blanco de la FTC contra viento y marea, sin importar resultados.

Cada mes, la FTC deglute más de un millón de dólares del presupuesto público, generando uniformados ricos en salariazos y beneficios, y por el otro lado ciudadanos pobres en seguridad, bajo el influjo de actores políticos marcadamente satisfechos con este estado de cosas y un presidente de la República que oficia de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas que no se anima a enfrentar la realidad con las variadas opciones que tiene a mano.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *