Melgarejo fue imputado por pagar precio de oro con el dinero público por tapabocas inservibles, obteniendo millones de guaraníes de beneficio espurio que, según el observatorio popular, le salió muy barato en la complaciente justicia paraguaya.

La benévola y siempre complaciente justicia paraguaya con los detentadores de poder político, mantuvo con prisión domiciliaria durante apenas tres meses al imputado ex presidente de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac), Edgar Melgarejo (colorado oficialista), y sin muchas vueltas le otorgó la libertad ambulatoria hasta el próximo 30 de octubre, día en que deberá presentar conclusiones acerca de la investigación surgida de denuncias mediáticas que comprometen al político devenido en funcionario público en un negociado multimillonario con la compra sobrefacturada de tapabocas para el personal de la institución.

“Qué gusto. Robás millones, te llenás los bosillos, te quedás preso por un tiempito en tu propia mansión, y después tenés la libertad de ir adonde quieras, hasta que tus abogados arreglen definitivamente tu caso y te quedás libre como el viento”, posteó indignado en la red social el ciudadano Mariano Cuevas Garcete, en el mismo sentido que centenares de personas que evacuaron su contrariedad por el caso, disparando munición verbal contra la vara de la justicia.

El juez Miguel Palacios había dispuesto la prisión domiciliaria el pasado 26 de junio, luego de que el Ministerio Público imputara a Melgarejo por lesión de confianza en el marco del conocido caso “tapabocas de oro”.

El caso tuvo que llegar a un grado de estupor público para que el Ministerio Público se animara a impulsar con piolita una investigación al pez gordo de la Dinac, vinculado con políticos de alta gama.

De acuerdo a los datos, Melgarejo pagó por cada tapaboca hasta 30.000 guaraníes la unidad, pero después los propios funcionarios no alineados al entonces titular del ente determinaron con ayuda de médicos que las mascarillas eran totalmente comunes, costaban 2.700 guaraníes en cualquier kiosko, e incluso peligrosas porque en la eventualidad no podrían detener el contagio del coronavirus.

“En la práctica, eran chucherías baratas e inservibles, que después pudieron ser determinadas con precisión por técnicos de salud pública”, comentó una fuente de la Dinac.

“Qué fácil y barato sale robar en Paraguay”, lamentó.

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