En Paraguay no solo esperan la destrucción de miles de toneladas de droga y la descapitalización de las estructuras del narcotráfico sino la detención de narcos, como resultado de las investigaciones previas al gran operativo.

Agencias antidrogas de Brasil y Paraguay pusieron en marcha un operativo a gran escala de detección y erradicación de cultivos de marihuana que busca igualmente arruinar el financiamiento de la producción de la droga adictiva por parte del crimen organizado que opera en ambos lados de la frontera y arrastra una larga historia de tráfico de estupefacientes o sustancias prohibidas con el involucramiento de conocidos capomafiosos con tentáculos poderosos que otorgan larga vida a la actividad ilícita.

Publicamos in extenso la información surgida de fuentes oficiales del Brasil:

Brasília/DF. La Policía Federal inicia este martes, en conjunto con la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (Senad-Py), con el apoyo de la Fuerza de Tarea Conjunta y del Ministerio Público paraguayo, la 43ª fase de la Operación Nueva Alianza.

Se trata del mayor operativo policial de erradicación de plantíos ilícitos de cannabis del planeta.

El Operativo Nueva Alianza da continuidad a la estrategia exitosa de lucha contra las drogas entre ambos países en base a la erradicación de la marihuana en su lugar de origen, evitando que una gran cantidad del producto entre en circulación a través de la frontera común entre Paraguay y Brasil.

Datos estadísticos de las Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen Organizado indican que, anualmente, un promedio de 5.000 toneladas de marihuana adictiva cae en manos de las fuerzas antinarcóticas del mundo como resultado de al menos 1 millón de operativos policiales.

“Nueva Alianza” alcanza números parecidos luego de cada 6 operaciones realizadas.

La intervención en origen de la droga genera información relevante para tener en cuenta en la etapa de investigación y en el plano judicial, así como en el mantenimiento de las penitenciarías e incluso en el sistema de salud pública de ambos países.

A más de ello, impacta de manera significativa en la estructura del narcotráfico internacional que está actualmente liderada por las mayores facciones criminales brasileñas, que usan el tráfico de drogas como fuente de capitalización para financiar posteriormente otros crímenes conexos, como por ejemplo el tráfico internacional de armas.

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