En abrumadora mayoría, la gente ha demostrado tempranamente su ferviente favoritismo por Santiago Peña, consciente de que la oposición globalista representa una amenaza de muerte para la familia y la infame entrega de la soberanía paraguaya.

Desde hace un par de años, y con mayor vehemencia en la última primavera electoral, el Partico Colorado es objeto de un hostigamiento serial propiciado por el efrainismo opositor y una cohorte de aliados políticos, sociales, medios falsamente independientes y de Organismos No Gubernamentales, interesados todos ellos en continuar con el festival de negociados, beneficios de oro y tratos espurios que en la práctica se traducen en millones en ganancias y encumbrados estadíos de poder y autoridad negados a los comunes.

Entre todos los candidatos a presidente de la República, el líder de la Lista 1, Santi Peña, es el que presenta el mejor perfil para conducir los destinos del país por sendas que permitan a todos una vida mejor y más humana, decorosa y digna.

Con este multipropósito, la gente ha demostrado tempranamente, desde la hora cero, su preferencia abrumado en favor del Peña, dotado de una personalidad adecuada y un currículum brillante como persona y profesional comprometido con el desarrollo del Paraguay en todos los frentes, inclusive en el plano familiar, donde se ha puesto a la cabeza de un ejército de ciudadanos que rechazan el perverso globalismo representado por Efraín Alegre y aliados, y defiende a muerte la majestad de la familia como soporte vital de la sociedad y del país.

En su corta edad, Santi ha ocupado cargos de relevancia en la banca mundial y en el mundo financiero nacional, destacándose como brillante exponente de la honestidad, la rectitud y la integridad como persona, profesional, esposo, padre de familia y ciudadano de a pie. Ni una sola mancha contamina el perfil de este candidato surgido de las bases republicanas como exponente del ideario colorado con visión complaciente hacia las necesidades de los demás y, esencialmente, con relación a la emergencia instalada de recuperar la dignidad nacional luego de que nuestra soberanía fuera vilmente entregada a la perversión global instalada por Estados Unidos y aliados opositores, específicamente liberales efrainistas, zurdos y agentes mediáticos convertido en fieles voceros a cambio de la impunidad de sus dueños vinculados, por no ir muy lejos, a la delincuencia organizada y el ballet acompasado de las caudalosas licitaciones dirigidas.

Efraín Alegre es un político paraguayo que ha ocupado varios cargos importantes en su carrera política.

Ha sido diputado, senador y candidato presidencial en varias ocasiones, dejando tras de sí un tendal de denuncias de mala gestión y rapiñaje de fondos públicos, que habrían representado agujeros financieros de más de 100 millones de dólares debidamente documentados, y encima de ello arrastra un tendal inacabable de pedidos de enjuiciamiento por apropiación de recursos de su propio partido político, entre otras perlas.

El candidato de la concertación no presenta capacidad alguna para asumir compromisos creíbles con las necesidades del pueblo paraguayo y mucho con los requerimientos urgentes del país.

Antes bien, ante su falta de claridad y pactos infames con antipatriotas, invasores, delincuentes de alta monta, pro-abortistas y pro-gays, sumados a otra caterva fraterna de indeseables, se ha convertido en un verdadero peligro para la democracia paraguaya y la gente, por lo cual cae de maduro por qué el pueblo paraguayo en enorme mayoría rechaza la propuesta del fracaso y la condenación para aliarse a la lista que defiende a la patria y la familia con la esperanza firme de que “vamos a estar mejor”.

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