El amigo de la oposición, la prensa, la embajada americana y el cardenal Martínez tuvo carta blanca para violar leyes y principios para llevar adelante su esquema de perversión pública, inédita en la historia política del Paraguay. Ahora enfrenta graves cargos que pueden llevarle a la cárcel.

Tarde o temprano iba a ocurrir, y llegó cuando menos pensaba la gente. Marito y sus servidores fueron imputados por una cadena de delitos y tendrán que enfrentar los rigores de la ley tras ser acusados de hacer campaña política para las elecciones del 2023 no con las “armas” convencionales sino a través de un esquema infame y perverso que consistió en asestar disparos a quemarropa contra todo lo que significara cartismo pasando por alto todos los límites de far play y ética procedimental.

De acuerdo a los datos, el entonces presidente del Paraguay lideró de forma personal la persecución política con la finalidad de sacar del ruedo político al adversario tildado de enemigo, utilizando para ello el alegre servicio de los holdings mediáticos que, alineados como velas, se prestaron al juego sucio a cambio de colosales beneficios en negociados de variada índole, licitaciones direccionadas o dirigidas y, fundamentalmente, impunidad para casos puntuales de supuestos lavado de dinero y contrabando en gran escala.

En su momento, fue secreto a voces la manera infame y cruel en que ministros de secretarías estratégicas para la seguridad nacional como Seprelad, Senac y Senad se involucraban hasta los tuétanos en asuntos proselitistas, haciendo cada uno su parte para proveer documentación sensible a los aliados, sin ponderar en la ética de procedimiento y otras “minucias”, apoyados en la “orden superior”.

El movimiento Honor Colorado denunció en su momento el festival de delitos y asociación criminal entre los aliados abdistas-efrainistas-zurdos y prensa amiga, y solo el silencio recibió como respuesta, mientras referentes políticos de peso como Efraín Alegre, Jorge Querey, Kattya González, Celeste Amarilla, Esperanza Martínez y Johana Ortega competían en infamia, acusaciones sin pruebas y maniobras dolosas a cielo abierto, sin ningún tipo de censura.

En otro frente, redactores, columnistas, reporteros, perifoneros e intelectualoides al servicio de los holdings mediáticos hacían su parte para colaborar con el esquema, en una campaña sucia sin ningún tipo de cuidado en las calificaciones y otras limitaciones propias del ejercicio del periodismo en cualquier país serio.

Revelación de secretos privados, revelación de secretos privados por funcionarios o personas con obligación especial, inducción a un subordinado a cometer hecho punible, simulación de hecho punible, denuncia falsa, usurpación de funciones públicas y asociación criminal son las principales acusaciones de la denuncia presentada por el expresidente Horacio Cartes contra Mario Abdo Benítez y los exministros Carlos Arregui, Arnaldo Giuzzio, René Fernández, Carmen Pereira, Daniel Farías, Guillermo Preda y Francisco Pereira, en primer lugar.

“Con el avance de las investigaciones seguramente irán surgiendo nuevos elementos incriminatorios y nombres de personas involucradas, entre ellas referentes mediáticos que se encargaron de sembrar odio y división entre paraguayos, instalando veneno en el inconsciente colectivo y contaminando todo el tejido social con una crueldad, malicia y desvergüenza como nunca antes se ha experimentado en un ambiente electoral en el Paraguay, ni siquiera en la dictadura”, disparó este lunes un alto jerarca colorado que pidió el anonimato por ejercer un cargo de confianza.

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