Como un vil criminal, la «valiente» policía paraguaya doblega al joven manifestante y le hace correr por las calles de Asunción maniatado y con el torno desnudo, gritándole gruesos epítetos desde cómodos caballos utilizados para la salvaje represión. Esta vergüenza recorrió el mundo.

La terrible falta de preparación de la Policía paraguaya quedó de resalto nuevamente estos días, luego de que arremetiera con furia contra ciudadanos autoconvocados que se manifestaban pacíficamente en el centro urbano de Asunción, y posteriormente repitió la fórmula contra un joven señalado de participar de la manifestación que degeneró en el incendio de Colorádo Róga y epítetos de grueso calibre contra la Asociación Nacional Republicana en el poder.

Es inconcebible que a esta altura de los tiempos se tenga que observar en vivo y en directo cómo la estructura de seguridad del Estado pagada por el pueblo descarga su incontinencia represiva, arrastrada de la dictadura, contra ciudadanos acusados de violar la ley de seguridad.

El pueblo paraguayo se ha levantado en rebeldía contra un gobierno opresivo, extendidamente inútil y corrupto, que somete a la población a un nivel de convivencia miserable, con índices históricos de pobreza y falta de atención a sus necesidades básicas, especialmente en materia de salud pública ante el azote del covid.

En el escenario de protestas populares, un grupo exaltado de jóvenes apeló al derecho constitucional de la rebeldía social, colocándose en posición de lucha verbal y lanzando municiones verbales contra el gobierno de Abdo Benítez y sus ineptos ministros plagados de desaciertos que terminan por exacerbar los ánimos ante la inminencia de tiempos peores por la indefinición de un gobierno tambaleante, inseguro, impredecible e imprevisible, entre tantos otros descalificativos.

Con el típico ropaje stronista, la Policía de Marito evacuó su rabia contra los rebeldes, echando mano de un joven veinteañero a quien maniató con un piolín y, como vil delincuente, le obligó a trotar frente a una formación de soldados montados a caballo que iba detrás, dejándose escuchar la voz tronante de un uniformado gritándole adjetivos como “¡comunista de mierda!”, “¡corraaa!” y otros gritos totalmente fuera de lugar, impropios de agentes uniformados que, en los papeles, deberían velar por la seguridad ciudadana e incluso por quienes, como los jóvenes rebeldes, estaban haciendo uso de un derecho consagrado por ley.

“Están descargando contra el pueblo la inutilidad del gobierno, siempre fue así, desde la época de la dictadura, cuando el tirano arremetía con furia contra ciudadanos que opinaban distinto y osaban poner en duda la calidad pública de Stroessner que, como se sabe, salió del poder con el estigma de ser uno de los presidentes más voraces y sanguinarios del mundo. Como descendiente de un opresor, Marito continúa firme con la política stronista de la sumisión popular a través del apaleamiento”, posteó en su red social el indignado Heriberto Colmán, en coincidencia con miles de críticas en el mismo sentido que pusieron en tela de juicio el profesionalismo de la Policía paraguaya y el gobierno que le sostiene.

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