Más que apoyo en estos momentos difíciles que enfrenta la República, el presidente Abdo Benítez necesita un reseteo contundente de su política de gestión, especialmente en materia de seguridad y bienestar poblacional, y cero tolerancia a la corrupción generalizada.

En una maniobra seguramente diseñada por la misma inteligencia de Estado que no logra una estrategia adecuada para echar mano del Ejército  del Pueblo Paraguayo (EPP) y poner fin al largo calvario de la población norteña, el gobierno ha logrado desviar la atención de otros gravísimos problemas nacionales que mantienen con el Jesús en la boca a la población, como ser la ausencia total de investigación de los casos de robos de fondos del covid, la falta de insumos y reivindicaciones diversas del personal de blanco de los hospitales públicos, la ausencia de políticas reales de reconversión económica, el caprichoso vaivén de los programas de socorro asistencial a sectores vulnerables, el incremento exponencial de la inseguridad urbana y la falta de respuesta a los reclamos ciudadanos, entre tantas otras cuestiones que requieren atención de urgencia.

En contrapartida, el gobierno nacional, específicamente el presidente Mario Abdo Benítez, a partir de la fracasada incursión de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en los montes de Yby Yaú y el posterior secuestro del ex vicepresidente de la República, Oscar Denis, junto con el trabajador rural Adelio Mendoza (liberado este lunes), viene acumulando apoyo de todos los sectores del país, incluso de tradicionales oponentes políticos, que hacen causa común a favor del rescate del empresario cautivo y la erradicación definitiva de la agrupación criminal etiquetada de terrorista.

La “táctica” del gobierno resultó, hasta ahora, en un búmeran cuyos tentáculos golpean con más fuerza al sector necesitado poblacional, ante autoridades que están concentradas en el problema número 1: el desastre ocasionado por el EPP luego de que las fuerzas públicas de seguridad instaladas en el norte le dejara escapar a los montes sin provocarle ningún daño mayor, salvo material logístico abundante, evidencias criminales y supuesta información detallada sobre identidades, movimientos, localización y otros datos que al final no sirven de nada porque la veintena de hombres con los montes como testigo, demuestran estar intactos y fortalecidos para actuar a placer en un territorio supuestamente dominado por militares y policías seleccionados.

El infortunio se ha apoderado del Paraguay, en medio de un horizonte más negro que nunca, de frente a un gobierno enormemente debilitado por la pérdida de su identidad y credibilidad, y una población estoica, sacrificada, sumisa y abusada en sus derechos que permanece de pie,  aunque esté doblegada por las necesidades.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *