El golpe del gobierno en toda su magnitud. Estacionamientos otrora rebosantes de compradores presentan un aspecto deprimente este viernes. «Quieren hundirnos», disparan comerciantes sobre la política restrictiva al comercio.

Un ambiente de decepción generalizada impera en la ciudad de Nanawa (ex Puerto Elsa) luego de que el gobierno reprimiera con violencia la manifestación de pobladores contra las limitaciones de compra en ese sector fronterizo con Argentina.

El desencanto es mayor desde el momento que los comerciantes están en boca del país como contrabandistas, “cuando la realidad es que la actividad comercial es tan antigua como este mismo pueblo, donde el 99 por ciento de la gente se dedica a generar sus propios recursos debido a la ausencia absoluta de otras fuentes de trabajo”, comentó a La Mira un compungido padre de familia.

“Tengo una familia y dos hijos universitarios que mantengo con lo que gano vendiendo en la calle”, lamentó el poblador tras disparar munición gruesa contra los “empresarios realmente contrabandistas conocidos con nombre y apellido asociados con la política que pasan a nuestro lado en enormes contenedores ante aduaneros y policías ciegos, sordos y mudos”.

“Los disparos de balines y latigazos que sufrimos algunos manifestantes en otro día negro de nuestra existencia son el mejor ejemplo de la discriminación odiosa que sufrimos los habitantes de Nanawa por parte del gobierno, que nos ha mantenido históricamente postrados ante sucesivas adversidades, como las cíclicas inundaciones y más últimamente la pandemia de coronavirus. Muchos nos han declarado muertos, pero hemos resucitado y acá estamos luchando por nuestra sobrevivencia”, expresó otro comerciante.

En el entorno merodea una estela de excepticismo, desde el momento que el gobierno ha establecido fecha de vencimiento a la actividad informal.

“El gobierno exige y pone contra la pared a humildes familias que vivimos el día a día, mientras los ricos empresarios trafican sin despeinarse. Se trata de una práctica perversa de política de Estado donde el sálvese quien pueda parece ser la imposición de las autoridades nacionales sin ningún ápice de consideración hacia nuestro derecho a existir”, descerrajó una vendedora de productos varios en el centro comercial de la ex Puerto Elsa.

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