El club más laureado del Paraguay y embajador del fútbol paraguayo alrededor del mundo enfrenta un duro momento como secuela de la fuerte sanción de la FIFA al ahora ex titular franjeado, Marco Trovato. La matriz mundial del «deporte rey» enfrenta una jurisprudencia histórica.

Sin muchas vueltas, en su calidad de rectora del fútbol mundial e instancia reguladora del “deporte rey” por excelencia, la FIFA aplicó una sanción contundente a Marco Trovato, presidente del club Olimpia, el único laureado de Paraguay en instancias internacionales, bajo el cargo de amaño de partidos, ante la lógica reacción del titular decano que denunció violación flagrante a la ley del debido proceso, exposición de evidencias y otras posibles irregularidades, entre ellas la inexistencia de otros sancionados en el supuesto negociado, léase clubes, jugadores y árbitros.

¿Dónde están, quiénes son, y por qué la FIFA no ha procedido a medir con la misma vara a todos los presuntos implicados en el affaire deportivo?

Esta y otras preguntas se hace el hincha olimpista sin recibir respuesta.

La único cierto hasta el momento es que Trovato, en solitario, ha pagado con sus huesos el resultado de una investigación que el mismo no se cansa de tachar de interesada, injusta, temeraria y enormemente antijurídica, al despreciar la FIFA elementos aportados por la defensa y el pedido de exposición documentada de pruebas o evidencias del mal cometido.

El contenido de la sanción sostiene que Trovato no ha colaborado con la provisión de documentos supuestamente vinculados al caso solicitados por la FIFA, ante lo cual la defensa viene sosteniendo que no es posible proveer documentos ni algún otro elemento de prueba ante un hecho (delito) inexistente.

En un descargo hecho público luego de varios filtros de su enredado y enigmático mundo burocrático, la FIFA ha hecho saber que las investigaciones siguen su curso, ante la expectativa latente en el ambiente futbolístico sobre la sanción a los demás involucrados o protagonistas del amaño de partidos, específicamente clubes, jugadores y árbitros.

Ninguna de estas instancias ha sido molestada hasta ahora por el Comité de Evaluación de la FIFA, instalando un manto de duda y sospecha, mientras se agranda el rumor de que, detrás de la sanción a Trovato-Olimpia, estaría moviendo sus influencias el propio titular de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), Robert Harrison, quien mantiene un largo litigio deportivo y de extra muros con el sancionado ex presidente decano, en una pugna abierta que en muchos casos ha generado escándalos.

Como la FIFA no da explicaciones, y sus fallos son técnicamente inapelables, es de esperar que, en este caso, cumpla con las normas jurídicas universales del debido proceso y conteste las decenas de preguntas sin respuestas que mantiene el controversial caso en medio de la suspicacia y la desconfianza.

De otra manera, estará demostrando que los escándalos mayúsculos protagonizados durante años por la cúpula de poder (léase Caso Blatter-Platini), no han sido productos de la casualidad, sino de la existencia de una enorme rosca de corrupción interna que se mantiene viva, escondida bajo la alfombra, con otros protagonistas.

Los popes de la FIFA deben asumir que el fallo contra Trovato-Olimpia expone a esa matriz del fútbol mundial -que viene de arrastrar una mancha histórica-, a una jurisprudencia icónica que está obligada a desvelar y exponerla a la luz pública internacional, en honor al “deporte rey” y a los millones de adherentes expandidos por todo el mundo.

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