No me involucro en asuntos internos de un país, fue el mensaje del influyente senador quien aparece en la foto con el cuestionado embajador Ostfield, acusado de violar la soberanía del Paraguay con el impulso de la oposición, el abdismo y los holdings mediáticos.

El influyente senador de Estados Unidos, Marco Rubio, visitó el Paraguay y en breve diálogo con periodistas se excusó de comentar sobre el caso de la ex senadora Kattya González alegando que en una república democrática como el país “corresponde opinar a los votantes y al pueblo”.

La expresión del congresista norteamericano riñe tangencialmente con la postura crítica de intromisión en los asuntos internos de la República del Paraguay por parte del embajador Marc Ostfield, quien acaba de protagonizar un incidente grave y peligroso para las históricas buenas relaciones entre ambos países al involucrarse directamente en la discusión electoral de las pasadas elecciones presidenciales donde perdieron catastróficamente sus “recomendados”.

Solo faltó que Ostfield saliera a las calles a hacer hurras en favor de sus amigos de la oposición y el abdismo que, durante los  dos últimos años previos a las compulsas eleccionarias, llevaron a cabo una campaña perversa, cruel y despiadada contra el “enemigo” cartista con el objetivo de sacar del ruedo político al expresidente de la República Horacio Cartes, por entonces en carrera por la presidencia del influyente Partido Colorado y, según las críticas, fiel escudero y promotor de Santi Peña, quien resultó electo presidente del Paraguay.

La posición del senador Rubio con respecto a los asuntos internos del Paraguay pasó totalmente desapercibido este miércoles para los grandes holdings mediáticos, que se niegan a absorber la prevalencia de un gobierno electo por el pueblo en elecciones limpias y transparentes aplaudidas en todo el mundo y, en cambio, amparados en la libertad de expresión reinante vuelven a poner en marcha un plan de ataques con fuertes estruendos de artillería verbal contra cualquiera que se precie de oficialista.

De esta manera, los amigos aliancistas convirtieron el caso Kattya en una causa nacional y despliegan extendidamente afanes electoralistas con la misma fórmula de fracaso experimentada en las pasadas elecciones: Atacar a quemarropa a todo lo que se mueve en la otra orilla, para lo cual cuentan con la bienvenida intromisión del embajador Ostfield y, en el mismo plano, el cardenal paraguayo Adalberto Martínez, quien se pone supuestamente del lado del pueblo pero nunca mencionó siquiera los millones de dólares rapiñados por el gobierno de Marito en plena pandemia, donde la misma Iglesia dio parte de ausente en los momentos más críticos del covid, cuando creyentes en situación de muerte clamaban por la presencia de un consagrado para recibir la extremaunción, sin recibir respuestas.

“Rubio le puso rojo al embajador”, ironiza este jueves un indignado social en referencia a la actitud totalmente opuesta del senador norteamericano con respecto a la del embajador de su propio país.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *